La crisis abierta entre Vox y el PP y que ha desembocado en la ruptura de cinco gobiernos de coalición autonómicos, se siguió ayer muy de cerca en aquellos municipios, como Burgos, en los que también hay vivos pactos entre las dos formaciones. Aunque el líder nacional de Vox, Santiago Abascal, se refirió únicamente en su comparecencia a los acuerdos regionales, la falta de más información provocó que en la capital burgalesa, el vicealcalde, Fernando Martínez-Acitores, se limitara a afirmar que «mañana (por hoy) acudiré a trabajar al Ayuntamiento como todos los días».
El líder de Vox en el Ayuntamiento de la ciudad se limitó a «respaldar la decisión de mi partido» en relación a la ruptura de los Gobiernos autonómicos y prefirió guardar silencio ante el hecho de que este terremoto pudiera tener réplicas en los ayuntamientos. No quiso hablar por prudencia al desconocer si su formación ha dicho ya la última palabra.
Lo que sí comentó es que ayer los concejales de Vox participaron con toda normalidad en la Junta de Gobierno Local. Pese a que en los últimos tiempos se han hecho indisimulables algunas diferencias entre los dos partidos del Ejecutivo municipal, la última precisamente a raíz de un asunto en materia de inmigración, la percepción que se tiene es de que la relación, más allá de algunos matices, es razonablemente buena. Dicho de otra manera, si el PP y Vox rompieran en el Ayuntamiento, lo haría en este momento por una directriz nacional y no por un ambiente irrespirable en el número 1 de la Plaza Mayor.
Lo cierto, en cualquier caso, es que cuando una crisis se abre se antoja complicado pronosticar el camino que va a recorrer y saber si la desconfianza puede crecer y traer nuevas consecuencias. Se sabe dónde empieza pero no cómo termina.
Coincidiendo con el primer año de mandato, este periódico publico una entrevista hace un mes en la que la alcaldesa, Cristina Ayala, manifestó que «no quiere vender una situación de pacto ideal». Al mismo tiempo, eso sí, resto importancia y defendió que entran dentro de la normalidad las discrepancias que ambos partidos han tenido en asuntos como la cooperación al desarrollo, la inmigración o la implantación de la Zona de Bajas Emisiones (ZBE).
Cuando se han dado estas situaciones, el portavoz del PSOE, Daniel de la Rosa, no ha dudado en tratar de seducir a Ayala para que abandone a Vox y elija a los socialistas como socio preferente hasta el resto de la legislatura. El exalcalde sabe que en la oposición la soledad es grande y que los acuerdos que alcanzó con los populares en la última legislatura de Lacalle le pudieron empujar a la Alcaldía.
Por la mañana, la portavoz del Ejecutivo, Andrea Ballesteros, afirmó que estamos trabajando con normalidad en el Ayuntamiento» con Vox y «parece ser que esa decisión no afectaría a los acuerdos a nivel local».