San Román será un reclamo turístico desde las excavaciones

D. ALMENDRES / Burgos
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El Ayuntamiento de Burgos instalará una pasarela para explotar los trabajos a desarrollar en las ruinas de las faldas de El Castillo

La vegetación vuelve a crecer en las ruinas debido a la falta de la actividad. - Foto: Ramis

El Ayuntamiento de Burgos está decidido a explotar las virtudes turísticas de la iglesia de San Román y pondrá en marcha en los próximos meses los expedientes necesarios para dinamizar la puesta en valor de esas ruinas visibles en las faldas del cerro de San Miguel.

La intención del área de Medio Ambiente es que este espacio resulte atractivo incluso antes que se ponga 'guapo' para recibir a los visitantes con todos sus tesoros descubiertos y catalogados. Aún queda por encargar, reanudar y completar los trabajos relacionados con las excavaciones arqueológicas, pero el equipo de Gobierno quiere acercar al público los avances protagonizados sobre el terreno.

Para ello, licitará a lo largo de este año la instalación de una rampa que atraviese las ruinas y promoverá la ampliación y la mejora del vallado perimetral. Con ello se facilitará tanto la tarea arqueológica como los accesos. Los visitantes podrán seguir de cerca la actividad que allí se desarrolle, la cual está prevista que comience ya el próximo año con cargo a los presupuestos del próximo ejercicio.

La administración local incluye la puesta en valor de las ruinas de San Román en sus planes a largo plazo para la rehabilitación integral del cerro de San Miguel. El proceso para conocer al detalle todo lo que esconden los cimientos de la antigua iglesia se puso en marcha hace 14 años. Sin embargo, esta cuestión ha sufrido innumerables interrupciones en el camino. Bien por razones estratégicas, bien por motivos económicos.

Los franceses destruyeron el templo en el año 1812 durante el asedio al Castillo. Los bombardeos acabaron con la iglesia de tres naves y con una torre en la zona central que comenzó siendo románica (las primeras referencias documentales datan del siglo XII), aunque la que se conservaba era del XVI. El bando de Wellington la usó como cobijo y por eso las tropas de Napoleón la destruyeron.

La puesta en valor del templo se integra en el plan a futuro del cerro de San Miguel


Doscientos años después, en 2011, el Ayuntamiento invirtió 12.000 euros para realizar los primeros sondeos en El Castillo para encontrar la ubicación exacta de San Román. Las prospecciones geofísicas permitieron dar con las ruinas, pero la falta de presupuesto retrasaron hasta 2014 el comienzo de las catas arqueológicas. 

Aunque discontinuas en el tiempo, las campañas realizadas permiten marcar al detalle el perímetro de la edificación y han sacado a la luz algunos aspectos fundamentales para entender su importancia. Antes de ponerse manos a la obra se partió de una premisa clara: «Hay trabajo para años».

La experta Fabiola Monzón lidera desde entonces las excavaciones  de la considerada la segunda iglesia más grande de la ciudad en su momento tras la Catedral. Pronto aparecieron claves de bóveda, pilastras, pavimentos, detalles arquitectónicos,  cerámica, restos de artillería fechada en la Guerra de la Independencia, fósiles humanos, un enterramiento medieval, monedas de esa época e incluso un terraplén que se utilizó como trinchera. 

La campaña de 2020 sacó a la luz una misteriosa cripta de cinco metros y medio, la capilla de San Andrés, que fue costeada por Gómez de Quintanadueñas, un ilustre burgalés del siglo XVI. Ya en 2021 se documentaron los terraplenes defensivos de los franceses, 50 nichos reutilizados, pero en 2022 los trabajos volvieron a detenerse por la falta de planes de empleo.

Tuvieron que pasar dos años para que el Ayuntamiento anunciara su interés en reactivar de nuevo los trabajos. La idea inicial era retomarlos durante este 2025, pero habrá que esperar a 2026 para que se ponga de nuevo en marcha la búsqueda de los tesoros de un templo que pide justicia histórica y que tiene mucho que ofrecer.