Entre los muchos propósitos de año nuevo, incrementar el consumo de libros o cine es recurrente para muchos. Porque si dejar de fumar o hacer más ejercicio redunda en una mejora de la salud, cualquier aumento de ingesta cultural es beneficioso para todo lo demás. Porque la música, mejor si es en directo, la literatura, del siglo y estilo que sea, el cine, donde también todo vale, el arte, ídem que la música, o cualquier representación cultural abre la mente y ayuda a conocer otras realidades.
Ejemplo: La burgalesa María Plaza Escribano, propietaria de un taller de arte sacro, ha diseñado la imagen de una persona con síndrome de Down dentro del proyecto 'Meninas Madrid Gallery', con la joven Marieta Moreno como musa (se pudo ver en la confluencia de la calle Serrano con Juan Bravo de la capital del Reino). Más allá del acto artístico, este diseño ayuda a dar visibilidad al colectivo de personas con una copia extra del cromosoma 21. Una herramienta cultural para arreglar uno de los descosidos que provoca la discriminación.
Otro paradigma de los beneficios de la cultura, y no nos salimos del entorno donde residen las Meninas. Piel de gallina al oír a Ana Belén, a capella, dando alma a España camisa blanca de mi esperanza mientras nos acercamos a las pinceladas de las grandes firmas del Museo del Prado. Una simbiosis única, imposible de repetir en ningún otro país, que pone en valor el Arte español, pero también invita a apostar por todo lo que nos une desde hace siglos, dejando a un lado lo que nos separa, muchas veces creado de forma artificial. Porque hemos acabado 2024 con demasiados rotos y descosidos de fuera o dentro, dulce o amarga / de olor a incienso, de cal y caña que más nos valdría empezar a coser con el hilo de la cultura.