El viaje forma parte de un aprendizaje, de un desafío. Eso le pasa a Ícaro, el primer álbum de Dulzaro, sobrenombre de Alberto Domínguez Buitrón. Nacido de la fusión entre los ritmos tradicionales de Castilla y León y los sonidos electrónicos contemporáneos, este trabajo propone una experiencia sensorial y emocional. «No diría que es un disco de baile, aunque lo haya; es un disco que parte de la raíz, pero tiene alas y vuela», afirma el artista, que quiere que sus estudios sobre el folclore se crucen con otras músicas y ritmos. Desde las panaderas a David Bowie, todo tiene cabida en su creatividad.
El nombre Ícaro no es casual. Alude al impulso de volar alto a pesar del riesgo. «Me interesa más la valentía de romper lo establecido que el miedo al fracaso», confiesa Dulzaro, quien ha compuesto este disco mientras giraba por toda España, sin aislarse en un estudio, sino en contacto constante con el público y la carretera.
Desde su primer sencillo, Jota de la Luna, el artista comenzó a trazar un mapa sonoro que desemboca en este álbum. La música tradicional se entremezcla con sintetizadores y baterías digitales, pero sin perder su esencia. «He intentado ser 100% yo, ser coherente con mi realidad y con mi contexto actual como productor. Me representa totalmente», explica.
Aunque ha grabado parte del disco en estudios de Valladolid y Madrid, la semilla de este proyecto se plantó en Aranda, donde Dulzaro vivió más de tres años y asistió a la escuela municipal de folclore. «La Ribera me ha dado comunidad, cariño, apoyo. Allí maqueté, produje y grabé muchas voces. Incluso el videoclip de una de las nuevas canciones se ha rodado en Hoyales de Roa, gracias a vecinos que se volcaron con nosotros», añade.
El disco cuenta con colaboraciones especiales, como la de David Ruiz, vocalista de La M.O.D.A., con quien Dulzaro confiesa que siente una fuerte conexión artística. «Fue muy natural. Nos tomamos un café en Burgos, conectamos rápido y a la semana ya estábamos grabando. Su voz y la mía son muy distintas, pero han creado una pieza muy emocionante», detalla.
Con una gira de más de 40 conciertos ya en marcha, Dulzaro lleva su propuesta fuera de su tierra natal, pero con una importante presencia de pueblos ribereños como Fuentespina, Tubilla del Lago o Quintana del Pidio, y muchas otras por confirmar. «Desde el minuto uno quise que este proyecto volara, que no se quedara solo aquí. Creo que cuando cantas desde la verdad conectas con la gente, estés en Málaga, Galicia o Cataluña», concluye.