Hornillos bien vale un mesón

L.M. / Hornillos del Camino
-

Miguel Ángel Huertos ha cambiado la bulliciosa Londres por el pueblo de sus padres, que hasta hace años regentaban Casa Manolo, uno de sus bares más famosos

Tras una docena de años en Reino Unido, Huertos es feliz en su pueblo. - Foto: Valdivielso

Pasar de vivir en una ciudad de casi 9 millones de personas -por poner en contexto, casi tres veces más que Madrid- a hacerlo en Hornillos del Camino, un pueblo en el que conviven a diario menos de medio centenar de habitantes, es un salto radical. No obstante, tal y como confiesa Miguel Ángel Huertos, «es el cambio que necesitaba».

«Me agobiaba tanta gente y el clima. Quería ver el sol de vez en cuando», explica. Este burgalés, que hizo las maletas hace más de una década y cogió el avión hasta la isla para trabajar en el sector de la hostelería, está ahora al frente de Casa Manolo, uno de los bares clásicos del municipio burgalés en plena Ruta Jacobea. «En Londres no falta trabajo», recuerda. Durante su estancia en el país británico rotó por muchos negocios, lo que le permitió aprender un montón de técnicas y formas de cocinar que ahora aplica en su restaurante

Decimos 'su' porque ahora lo lleva él, aunque fueron sus padres quienes abrieron este establecimiento hace muchos años. «Llegó el momento de la jubilación. Se lo alquilaron a una chica pero esta lo terminó dejando. Fue entonces cuando me lancé», admite. Tiempo después, lejos de arrepentirse de la decisión tomada o de repensarse si en algún momento hizo o no lo correcto, Huertos reconoce sin titubeos que «volver a las raíces siempre tiene su puntito».

Tras una docena de años currando en la capital británica llegó el momento en el que empezó a plantearse muy seriamente regresar a España. Aunque reconoce que se marchó con la seguridad de que regresaría un día Burgos, poco a poco los años se le fueron echando encima en la capital británica. «Tenía claro que iba a volver, pero no sabía ni cuándo ni en qué condiciones», recuerda. Cosas del destino, la extinción del contrato de la inquilina del negocio familiar le abrió las puertas. «Fue el punto de inflexión que me terminó por convencer», indica.

Grill americano, cocina inglesa, bares de tapas mexicanos, comida asiática... fueron muchos los locales en los que el burgalés trabajó. Incluso se atrevió a montar por su cuenta un negocio en el famoso barrio de Camden Town. «Con tanta lluvia terminamos por desistir», afirma. De este modo, en Casa Manolo, además de platos tradicionales, uno puede degustar otros tan suculentos como berenjena confitada con mango y granada o el que considera su especialidad: la carne estofada. «Ponemos énfasis en la presentación, que tenga algo de chispa y alegría», explica.

Referente en el camino. Al estar situado frente al albergue municipal y en plena calle Real, son multitud los peregrinos que entran en su establecimiento. «La primavera fue mejor que la del año pasado aunque tristemente en verano se notó una gran caída», indica. 
Además de elaboraciones clásicas, incorpora técnicas culinarias como la cocina al vacío, que aprendió en sus años mozos en la capital del Reino Unido y que ahora tanto visitantes como caminantes pueden degustar.