Este domingo acaban de votar los 360 millones de europeos que vienen haciéndolo desde el jueves. En vísperas del recuento me temo que la noticia del domingo por la noche será la abstención. Un clásico de las nueve legislaturas anteriores del Parlamento de la UE. Al menos en España, donde el caso "Begoña" o la relación de fuerzas PSOE-PP mueve más votos que la alerta frente a la ultraderecha o las dos guerras de incierto desenlace en las fronteras del viejo continente (Ucrania y Gaza).
Por lo tanto, la lectura del resultado va a ser inevitablemente nacional en nuestro desdoblado ecosistema político y mediático. Lo cual no supone un descarado distanciamiento del espíritu y la letra fundacional de la UE. Nada de eso. Más bien al contrario.
Tanto las normas (ordenamiento jurídico) como los valores (democracia, ley, derechos humanos) aletean en dos asuntos dominantes en la vida pública española, ambos sometidos a la llamada cooperación reforzada y la ineludible adecuación al ordenamiento jurídico de la UE.
Basta reparar en la acción indagatoria iniciada por la Fiscalía de la UE sobre supuestas malas prácticas en torno a la esposa del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, y otros, en su calidad de "denunciados" por presuntos delitos de malversación de fondos, tráfico de influencias y prevaricación.
Esa es una.
Otra es la aplicación de la ley de amnistía a partir de su publicación en el BOE, que se producirá inmediatamente después de celebradas las elecciones europeas. El principio es la obligada adecuación de las legislaciones nacionales al derecho europeo. Y en ese sentido tiene mucha importancia todo lo que la UE tiene que decir en cuanto a los supuestos no amnistiables contenidos en la ley que cursa en la política nacional como obra predilecta de Pedro Sánchez y sus subversivos aliados del independentismo catalán.
Begoña Gómez y aplicación judicial de la amnistía son dos de las tres tormentas que se avecinan a partir del día después del 9-J. Las dos más europeas. La tercera es la gobernabilidad de Cataluña, a partir de la constitución del Parlamento, prevista para la tarde de este próximo lunes.
Si cruzamos todo eso con la eventual modificación que puede producirse en la relación de fuerzas PSOE-PP, tendremos en la mano las claves del futuro inmediato de la política nacional.
Por ahora solo sabemos que tanto Núñez Feijóo (PP) como Puigdemont (JxC), cada uno por su lado y por distintas razones, amagan con ajusticiar políticamente a Sánchez después de las elecciones.
Nada es descartable en este mar de conjeturas que nos distrae de los verdaderos problemas de la gente.