En el silencio del claustro, en la ensoñación de piedra de columnas y capiteles, la luz de la tarde es un artista más, como lo fueron aquellos genios que esculpieron las hipnóticas maravillas de la galería románica: dibuja sombras, perfila contornos, hace verdear más al soberbio ciprés, parece modelar el espacio a su antojo. Sin embargo, no es el único creador que habita la quietud del corazón de la abadía benedictina: por los corredores del atrio camina ayudándose de un cayado SegundoEscolar, feliz porque se halla en trance de culminar un proyecto que ha tenido que postergarse durante veinticinco años. Pero nunca hubo mal que por bien no viniera. En el piso superior del claustro, el artista sonríe. Recorre su mirada unos capiteles que conoce casi de memoria: los ha dibujado y pintado; ha creado a partir de ellos heliograbados, esculturas, orfebrería, telas, marfiles y esmaltes.
Se trata de una monografía compuesta por un total de 70 piezas que se realizaron con motivo del Milenario del monasterio burgalés, celebrado en el año 2000; un trabajo que le fue encomendado al artista salmantino afincado en Burgos cuando regía la comunidad DomClemente Serna, pero que se vio retrasado por los sustos en la salud que en aquel momento padecieron uno y otro; ahora, por fin, y con el recuerdo de Serna en la memoria de todos, ha empezado ya a instalarse en las dependencias abaciales, que serán su casa para siempre. Se muestra satisfecho el actual abad de Silos, Dom Lorenzo Maté, de que este proyecto artístico recale en el lugar para el que fue concebido auque sea tanto tiempo después. «Fue creado para estar aquí y aquí debe estar», señala el padre.
Las obras son una personalísima interpretación sobre los capiteles del claustro superior, apenas conocidos porque el recinto no es visitable. Pasó muchísimo tiempo SegundoEscolar trabajando allí, dibujando del natural, tomando apuntes a lapicero, estudiando con precisión cada zarcillo, interiorizando cada detalle para después pasarlo por su genio. «Recuerdo que el padre Lorenzo solía subir a saludarme», dice el artista mientras el abad asiente.Aunque la mayor parte de estos capiteles son de carácter vegetal o geométrico -menos exuberantes y ricos que los deslumbrantes del claustro bajo-, en una de sus pandas los hay figurativos, de carácter mitológico y, estos sí, de punto interesantes: arpías con flores de aro, rechonchas aves; leones, centauros, sirenas aladas; efigies de reinas y reyes; la lucha de San Jorge con lanza y escudo atacando a un dragón; una escena que podría ser de taberna; un herrero trabajando en una fragua...
«La base son estos capiteles. De esta manera, la gente tendrá la opción de saber cómo son. Para mí es una galería especial la del claustro superior». Dos salas acogerán de forma permanante, y para la posteridad, estas obras: la llamada De Profundis y la de San Benito (que fue el refectorio durante la Edad Media), donde ya se han colgado los primeros cuadros, que parecen grandes miniados o tablas flamencas, algunos confeccionados como un collage, con páginas de una edición facsimilar de las Glosas Silenses. Pronto se instalarán unas vitrinas donde se exhibirán los marfiles y los esmaltes.La relación de Escolar conSilos siempre fue estrecha. Cuando surgió el proyecto, el artista supo que tenía entre manos un encargo especial que trasciende cualquier otro por tratarse de un lugar milenario y tan emblemático. «Es una monografía amplísima.Ha sido un compromiso tremendo», subraya.Dom Lorenzo Maté ySegundoEscolar posan para una de las fotografías con una de las pinturas que representa uno de esos capiteles, que representa a dos hombres sobra una mula escoltados por un guardián. «He hecho una interpretación de estas joyas románicas. Estoy muy contento porque he cumplido la palabra que le di en su día al padre ClementeSerna [fallecido el año pasado] con quien tuve una relación especial.Ha sido un trabajo enorme, que me ha exigido un esfuerzo enorme. He empleado técnicas que ya no se utilizan.Ha sido una labor artesanal», apostilla el artista afincado en la villa de Belorado.
«Es el sumun, la cima». No tiene duda Segundo Escolar de que ha sido el encargo «profesional, espiritual y moral» más importante de su trayectoria. «Eso es el sumun, la cima. Silos es uno de los lugares más mágicos que existen. Que esta obra se quede aquí es algo muy importante para mí.Es una cesión perpetua a esta abadía, ya es de su propiedad», indica. «Cuando se habla de lugares importantes, de centros monásticos fundamentales, Silos es de los primeros». Dom Lorenzo Maté bromea con el entusiasmo de Escolar. «La eternidad no, pero sí te has ganado la posteridad». Suena el canto gregoriano en una de las estancias que exhibirán de forma permanente esta monografía de Escolar, y la sensación de recogimiento se hace aún mayor; el rumor del agua de la fuente que reina en el jardín del claustro contribuye a esa impresión de paz y remanso, de éxtasis espiritual. Las obras que ya están colgadas en las paredes de la sala de San Benito interpelan al visitante con su trazo impecable, con sus colores. El mes que que viene estará ya ubicada por completo toda la colección de piezas. Espera Escolar que su obra subyugue a los visitantes y les ayude a imbuirse de la espiritualidad que reina en el monasterio, quintaesencia del románico.