Los burgaleses apuran cada vez más su vida laboral y se ajustan poco a poco a la edad oficial de jubilación. La tentación de anticipar la salida del mercado de trabajo en la última etapa de la vida activa ya no es una opción para una gran mayoría, pues penaliza sobremanera el importe de una pensión que debe atender una esperanza de vida y a unas necesidades económicas vitales cada vez mayores.
Las jubilaciones anticipadas, las que se producen en la franja edad entre los 60 y 64 años, han caído más de un 30% en la última década en la provincia, periodo en el que los jubilados han seguido crecimiento hasta rozar los 63.000 que hay en la actualidad [todos los pensionitas ascienden a 93.500 personas]. Son tendencias generalizadas en el conjunto de España, aunque fluctúan algo dependiendo de las singularidades del tejido laboral de cada provincia.
El pasado año se contabilizaron 2.862 jubilaciones anticipadas de trabajadores en Burgos, 1.300 menos que hace una década, según las cuentas de la Seguridad Social. El peso de este tipo de jubilaciones sobre el total ha caído del 7,5% al 4,5%, porcentaje que, previsiblemente, seguirá en caída los próximos años.
Por contra, la edad media de jubilación en la provincia ha ido creciendo hasta alcanzar actualmente los 64,8 años, cada vez más próxima al límite de la jubilación ordinaria vigente: 65 años con 38 o más años cotizados o 66 años y 6 meses con menos de 38 años de carrera de cotización. Es el conjunto de España se sitúa en los 65 años y 3 meses.
Detrás de esta evolución hay múltiples factores, aunque el que pesa por encima de todos es el coste económico personal que supone anticipar, especialmente, los dos últimos años de la vida laboral. Los coeficientes reductores que se aplican pueden comerse hasta el 21% de lo que se va a percibir y eso puede llegar a ser mucho dinero y muchos problemas cuando realmente se necesite en situaciones, por ejemplo, de dependencia.
17.550 jubilados en Burgos ya han cumplido 80 años y casi dos décadas cobrando pensión
Para visualizar el impacto de los porcentajes basta con acudir a la estadística. Hoy casi un tercio de los que cobran la pensión de jubilación en Burgos son extrabajadores con más 80 años de edad (es decir, que llevan más de 15 años cobrando cada mes del sistema). Es más, 9.262 de los 17.500 jubilados octogenarios han cumplido los 85 años y suman las dos décadas como clase pasiva, mucho más tiempo que la carrera de cotización de quienes ahora están en activo y pagando su pensión.
Está claro que, ante este panorama, la gente valora cada vez más su pensión (sobre todo perderla) cuando convive con cada vez más personas que llevan años (o décadas) beneficiándose de ella.
Reformas. Los importantes cambios que se están experimentado ahora en la jubilación vienen de lejos, de la reforma de 2011, que retrasó la edad de salida del mercado laboral hasta los 67 (a partir del año 2027).
Detrás de aquella reforma hubo un mensaje claro para el trabajador: cada vez hay que trabajar más para alcanzar el 100% de la pensión que te va a corresponder.
Por si a alguien no le quedaba claro y, a instancias del Pacto de Toledo, una nueva reforma en 2021 no solo ajustó los famosos coeficientes correctores, sino que incentivó la fórmula de la jubilación demorada, es decir, si se alarga la vida laboral ese 100% de la pensión puede aumentar (hasta un 2% adicional por cada fracción de 6 meses adicionales).
Octavio Granado, exsecretario de Estado de la Seguridad Social, artífice de muchos de estos cambios y reconocido experto y estudioso de esta materia, recuerda que la última reforma añadió un poco más de azúcar a la jubilación demorada imponiendo el dinero contante y sonante a los porcentajes. «Nos dimos cuenta de que muchos trabajadores se pierden en los porcentajes y, por ello, se cambiaron los incentivos porcentuales por los económicos». Es decir, ahora se cuantifica en euros netos, lo que supone retrasar un año o más la edad de jubilación y eso abre mucho la mente a los peticionarios.
Fruto de todos estos cambios, en torno al 10% de los trabajadores ya retrasa voluntariamente uno o más años su jubilación, lo que supone un pequeño alivio para su economía personal y también para un mercado laboral que se está quedando si mano de obra y que necesita la cualificación y la experiencia que ya acumula una persona de más de 65 años.
Hay más jubilados 'demorados' y también, apunta Granado, menos colectivos de trabajadores que se pueden acoger a la jubilación anticipada. La minería del carbón ya es historia -aunque tuvo muy poca incidencia en Burgos- y son escasas las profesiones a las que se reconoce los riesgos de penosidad, peligrosidad y siniestralidad.
Los conductores del transporte están en este proceso, aunque es difícil que las jubilaciones anticipadas vuelvan a generalizarse.