El bisabuelo de Alba Céspedes, Bonifacio Céspedes, da nombre a una calle de Medina de Pomar y ella se recuerda de muy pequeña en la droguería de la calle Mayor que regentó primero el bisabuelo y después el abuelo, Emilio Céspedes. Varias décadas después, la biznieta y nieta regresará a la calle Mayor, al Ateneo Café Universal, donde el próximo 14 de agosto presentará su primer EP, con cuatro canciones donde desgrana multitud de preguntas sin respuesta. El pasado 13 de julio tocó con su banda los temas de Questions Unanswered en el pub The Old Blue Last, un histórico de Londres que frecuentaba Shakaspeare y donde tocó entre otros muchos Amy Winehouse.
Pero cómo llegó hasta ese escenario o el del conocido pub The Cavern Club, de Liverpool, famoso por los directos de The Beatles. De unos padres «muy melómanos», Emilio Cespedes hijo, y Violeta Izquierdo, que no dudaban en llevar a su hija de concierto en concierto, nació una vocación musical muy temprana. Como todos los niños, Alba comenzó con el piano clásico, pero pronto saltó a la guitarra española y con 10 años, sus tíos, Marina y Julio, le regalaron su primera guitarra eléctrica comprada en Nueva York. En su siguiente audición en la Escuela de Música del madrileño barrio de Tres Cantos salió al escenario tocando temas de Eric Clapton y Santana. Alba Céspedes ya era una rockera.
Con solo 15 años ya lideraba la banda Sons of Rock, con la que llegó a telonear a reconocidos grupos como Loquillo, The Waterboys, La Fuga... o participar en el Rock in Rio celebrado en Madrid en 2008 con The Police, Neil Young, Shakira, Amy Winehouse y Bob Dylan como cabezas de cartel. Llovió mucho con su primer grupo de rock, pero Alba quería volar sola, evolucionar y seguir cantando en inglés, algo que no acababa de entender la industria musical patria, donde recuerda que «no ha salido ninguna gran cantante en inglés». Las discográficas le pedían trabajos en castellano, pero no dio el brazo a torcer. Yen 2016 partió hacia Londres en busca del sueño, que sigue persiguiendo sin renunciar a su propio estilo.
Compositora, cantante y guitarrista, su evolución personal la ha llevado hacia los sonidos con pinceladas de neo soul, funk y Rhythm and blues (R&B), al estilo de Alicia Keys, Beyoncé o Lauren Gill. Con Sons of Rock admite que las duras guitarras, muchas veces, tapaban su voz. Ahora brilla y se escucha y muy bien. En 2018 lanzó su primer single, el siguiente en 2019 y así hasta siete, adaptándose a los gustos actuales, en que comprar un disco completo del mismo autor parece difícil con las play list personalizadas que mezclan músicos y estilos. Algunas de estas canciones han alcanzado las 60.000 reproducciones, una cifra importante sin el respaldo de las grandes cadenas de radio y promotoras.
Ha tratado de hacerse un hueco en la industrial musical británica, pero sigue tocando puertas, siempre con su guitarra, siempre fiel a su estilo, que la ha llevado a lanzar una edición de su EP en vinilo. En las redes @musicbyalba tiene miles de seguidores. Yella sigue trabajando y soñando con alcanzar el escenario de festivales como el Glastonbury, donde son tantos los espectadores que quieren estar que las entradas se alcanzan por sorteo y se pagan incluso antes de conocer el cartel de cada edición. Puestos a soñar también le «encantaría» hacerse hueco en el Sonorama, la cita estrella de la provincia.
Mientras, suena su música y sus preguntas. Sus nuevas cuatro canciones se titulan con interrogaciones. ¿Eres realmente libre? ¿Soy suficiente? ¿Por qué no eres honesto? ¿Ysi? «Cada uno que piense en sus respuestas».