La resistencia ante el hábito de emborracharse

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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Más de 12.500 burgaleses tienen un consumo alcohólico de riesgo, pero hay jóvenes como Luis Vela y Lucía Ruiz que no forman parte de ese nutrido grupo y aseguran pasárselo muy bien sin beber

La resistencia ante ante el hábito de emborracharse - Foto: Valdivielso

El Ministerio de Sanidad define 'consumo de riesgo' cuando se habla de alcohol como aquel que aumenta las probabilidades de tener problemas de salud en un futuro (cáncer, patologías psiquiátricas etc.) además de consecuencias adversas de carácter social o económico para la persona que lo toma  o para las que están en su entorno. ¿Y cómo se sabe que alguien tiene un consumo de riesgo? El consenso científico indica que tomar más de 20 gramos de alcohol al día en varones (que es el equivalente a dos chupitos o una copa de vino o una jarra de cerveza) y 10 en mujeres (un chupito o media copa de vino o una caña) se asocia con una mayor mortalidad. En esta situación se encuentran más de 12.600 burgaleses, según los datos  que incluye la Monografía sobre Alcohol 2024. Consumo y consecuencias publicada recientemente por el Plan Nacional sobre Drogas y que indican que el 6% de la población entre 15 y 64 años se halla en esta circunstancia. En 2023 en la provincia de Burgos el alcohol fue la droga por la que más gente se puso en tratamiento en los diferentes dispositivos que existen para ello.

Se trata de la sustancia psicoactiva más consumida por la población general en todas las edades y su inicio se sitúa en torno a los 16 años, pero el informe revela que tres de cada cuatro estudiantes entre los 14 y los 18 años reconoce haber tomado alcohol alguna vez en la vida, alguna vez en el último año y más de la mitad en el último mes.

Pero hay jóvenes que se resisten. Son las chicas y chicos que no beben o no se exceden con el alcohol o jamás han hecho un consumo de atracón cuando salen de fiesta, que son capaces de divertirse, y mucho, tomando un refresco o una botella de agua o nada, pero que sorprenden por ser la excepción que confirma la regla, la resistencia frente a la enorme presión que ejerce el grupo de iguales para que se tomen una copa... o dos o tres.

Luis Vela, de 19 años, y Lucía Ruiz, de 20 recién cumplidos son dos de esas rara avis que han decidido ir a la contra y que tienen muy claro que no les supone ningún problema ser los únicos que no se toman varios combinados o cervezas en una noche. «Yo antes salía con una chica que tampoco bebía por una enfermedad y nos llamaban 'los sanos'», explica Luis, que comenta que su consumo de bebida es intermitente y que pasa muchas temporadas sin probarlo por la sencilla razón de que no le gusta. «Como mucho, alguna vez tomo una cerveza o un vino porque el sabor de las bebidas espirituosas no me gusta nada», relata este chico, que cuenta que la primera vez que bebió tenía 16 años y lo hizo con una cerveza con limón. También recuerda haber compartido una botella de ron con un amigo siendo algo más jovencito, algo que no ha vuelto a repetir.

«Sí que es verdad que cuando no bebes no estás en la misma vibra que los demás pero no me importa y no soy ni soso ni seco ni mojigato», añade Luis, que reconoce que no le gusta nada la imagen que ve de sus amigos cuando se ha pasado de copas: «Me da pena verlos borrachos» (...).

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