La Consejería de Sanidad acaba de actualizar los datos de vacunación del 2023, que todavía son provisionales, pero, al menos en Burgos, evidencian que se produjo un aumento del número de familias que rechazaron proteger a sus hijos de todas o varias de las enfermedades incluidas en el calendario infantil.
En concreto, si en el 2022 Sacyl registró 81 negativas expresas a la administración de los fármacos financiados por la sanidad pública para evitar enfermedades graves -o con riesgo de cursar con complicaciones serias- el año pasado esta cifra se elevó en la provincia a 192. Y a estos rechazos habría que añadir otro centenar suscitado por las profilaxis que se introdujeron en 2023 (bronquiolitis y rotavirus) y para las que no se puede establecer comparación con el ejercicio anterior. Aun así, las coberturas globales son altas, por encima del 80% y, en la mayoría de las patologías importantes, superan o rozan el objetivo del 95%.
Los datos definitivos no estarán disponibles hasta finales de año, pero es difícil que la cifra de personas que han descartado conscientemente la protección de sus hijos ante enfermedades tan graves como la poliomielitis o la meningitis se reduzca en unos meses. La vacunación es una acción voluntaria en España, tanto en niños como en adultos, pero siempre se está a tiempo de cambiar de idea. Es decir, si alguna de las 10 familias que, siempre según datos oficiales, rehusaron que su bebé recibiera a los 2 meses la vacuna hexavalente (difteria, tétanos y tosferina; la bacteria Haemophilus influenzae tipo b; poliomielitis y hepatitis B) pueden hacerlo más adelante, aunque es cierto que los calendarios se diseñan de acuerdo a unas recomendaciones basadas en evidencia científica.
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