Si la llegada de un bebé al mundo siempre es una buena noticia, imagínense la de medio centenar. Más aún en una localidad en la que la tasa de natalidad ha descendido -sin frenos- en la última década. Atrás quedaron esos prósperos años en los que en las calles de la Bien Trazada las madres, padres, abuelos y hermanos orgullosos paseaban a los retoños en grandes grupos; y en muchas de las comunidades con más vecinos residía una embarazada. Los tiempos han cambiado y el coste de la crianza, los problemas de acceso a la vivienda, la precariedad laboral o la falta de apoyos son los que más pesan a la hora de plantearse formar una familia. En Briviesca lo ven de otra manera y las 50 familias que esperan o ya han dado la bienvenida a sus pequeños se sienten más que pletóricos.
La generación del baby boom nació en España entre los años 1958 y 1975, periodo que se corresponde con la explosión de la natalidad. Ahora, muchos de esos niños y niñas son ya abuelos y abuelas. O lo serán próximamente. Y no hay nada que más ilusión les haga que sus descendientes se críen en un entorno hogareño, jueguen y aprendan junto a un montón de chiquillos de la edad. Jini dio a luz a su segundo hijo, Gerome, hace menos de dos meses. Para ella resulta llamativo que los embarazos sean trending topic en la ciudad porque ella lo ve «totalmente normal», comenta. En su país natal, Honduras, lo habitual es «parir muchos hijos desde joven». Asegura que en los pueblos, por pequeños que sean, las «grandes pandillas de chiquillos están aseguradas».
(El reportaje completo, en la edición impresa de este viernes de Diario de Burgos o aquí)