Queda un mes para que los bailes que aportan identidad a las culturas del mundo se adueñen del escenario de la plaza del San Juan, paseen por el Espolón y muestren pasos e indumentaria en los talleres matinales. La ya 46 edición del Festival Internacional de Folclore Ciudad de Burgos está preparada para llenar de color y mestizaje cinco días del calendario de julio: del 16 al 20.
El Comité de Folclore, la agrupación que organiza la cita, tiene cerrado el programa incluyendo un último país que han tenido que contratar en el último momento por la inesperada ausencia de otro: «Siempre corremos ese riesgo. A veces son cuestiones de visados, de problemas internos del grupo o de disponibilidad, como ha sido en este caso. Pero ayer mismo pudimos completar el cartel con otra formación», detalla Regina Peñacoba, presidente del Comité.
El programa lo conforman agrupaciones de Brasil, Kenia, Kazajistán, Corea del Sur, Rumanía y A Coruña, un variopinto mestizaje de cuatro continentes (América, África, Europa y Asia) que convivirán durante una semana con otras nueve formaciones burgalesas.
Sus nombres y exóticas imágenes pueden resultar lejanas, pero son formaciones que no solo bailan, sino que investigan y trabajan por exhibir sus raíces culturales. Por ejemplo, desde Recife, la capital de Pernambuco, procede el grupo brasileño Bacnaré, formación que atesora 160 premios y trabaja fusionando la riqueza de las razas indígena, blanca y negra. Y si hablamos de Kenia, su gran variedad étnica se concentra en el grupo African Tumbas, que tiene como ambición mostrar las tradiciones de los 42 pueblos que componen el país africano. Por otro lado el grupo Naz, de Kazajistán, maneja en su repertorio un centenar de danzas kazajas. Y estarán, además, los rumanos Ansamblul Lunca Moldovei y la compañía de danza Baek Hyun Soon de Corea del Sur.
También investigan el folclore y lo interpretan tal cual lo encuentran los gallegos Xacarandaina. Mientras de casa participan Amigos de la Dulzaina, Estampas Burgalesas, Justo del Río, Tierras del Cid, Diego Porcelos, Nuestra Señora de las Nieves y Los Zagales, además de Gigantillos y Danzantes.
Sin cambios evidentes. Lo harán en el formato habitual porque, aunque no están «en absoluto cerrados» a los cambios, creen que funciona bien así: «El festival tiene una clara vocación de calle y, aunque la climatología de Burgos es la que es, si lo hiciéramos en interior no trascendería tanto y lo que queremos es que la gente participe. Hemos probado otras ubicaciones y variado las actividades y hemos visto que tal y como está funciona», señala, reconociendo el éxito de los talleres matinales y de los espectáculos nocturnos.
Apoyados por un centenar de guías y voluntarios, trabajan en el diseño de la decoración del escenario. Con los papeles presentados para recibir los 180.000 euros del contrato firmado con el Ayuntamiento -parte técnica incluida-, esperan que no haya contratiempos.