La industria burgalesa centrará su estrategia durante el próximo año en cerrar nuevos proyectos que le garanticen carga y estabilidad de trabajo, especialmente los vinculados con la fabricación del vehículo eléctrico;en consolidar todos sus esfuerzos en la digitalización y la robotización de procesos, así como en la descarbonización de su producción en su lucha contra el cambio climático.
La tranquilidad laboral que aporta un convenio sectorial recién firmado para los próximos tres años se torna en preocupación por lo que está ocurriendo en Burgos: no solo pierde en la carrera por captar nuevos proyectos industriales, como ha ocurrido con la fábrica de llantas chinas (150 millones de inversión y 600 puestos de trabajo en juego) o en algunos nuevos modelos eléctricos (como la furgoneta de Mercedes), sino que también está quedando relegada en la carrera de las grandes infraestructuras ferroviarias y viarias.
Los empresarios de la industria del metal insisten en el mensaje de que «nunca hay que tirar la toalla» y seguir reivindicando aunque, reconoce su presidente, Andrés Hernando, los costes están condicionando mucho la implantación de nuevas industrias, especialmente, a su entender, los de la mano de obra. «Tenemos que tener claro que Burgos no es atractivo en este sentido en comparación con otros destinos, aunque, en contraposición, ofrece un tejido productivo muy diversificado que permite encontrar cerca soluciones y plantillas adaptables a estos nuevos proyectos. Reunimos mucha tecnología, mucho conocimiento y también talento y eso es ya de por sí un aliciente para atraer inversiones».
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