Con mucha paciencia, cariño y buen hacer, las expertas manos del padre Salas, dominico en el convento de Santo de Domingo de Guzmán, de Caleruega, van dando forma a su último encargo. Tras desbastar la madera, ahora se afana en dar las últimas capas de lija para sacar a la luz cada uno de los detalles de la pieza y que esta ofrezca esa suave textura que desprenden todas sus obras. Un trabajo que desempeña con pasión y que en esta ocasión también tiene cierta carga sentimental: a quien modela no es otro que la persona que guía su vida espiritual, Santo Domingo de Guzmán, fundador de la orden en la que ingresó cuando apenas contaba con trece años de edad.
La petición de esta escultura, a la que está dedicando horas de trabajo en su taller, le llegó del Cabildo de la Catedral de Burgos hace año y medio. «Se pusieron en contacto con el anterior Prior para hacerle la propuesta. Fuimos a hablar con ellos y después de aquel encuentro me puse a trabajar en el boceto, una réplica pero en tamaño pequeño que les entregamos y les gustó», confiesa el padre Salas, que comenzó a trabajar en la pieza que ahora última en julio del año pasado.
El encargo por parte de la Catedral de Burgos de esta pieza es uno más de los muchos actos que se están desarrollando con motivo del XIII centenario de la seo burgalesa dentro de dos años. «En el 2021 se cumplen ochocientos años de la muerte de Santo Domingo, que coincide con la fecha en la que se puso la primera piedra de la Catedral. Esa coincidencia es el motivo de que me hayan hecho este encargo», relata el dominico.
La escultura del padre Salas pasará a ser un atractivo más del monumento burgalés. «La idea es que se quede de forma permanente en la Capilla del Sacramento. Exponer mi obra en este lugar supone un orgullo para mí a la vez que también implica romper con el estilo dominante en el templo», confiesa el dominico, que asegura que ya se siente pagado con el hecho de que su pieza vaya a ocupar un espacio dentro de este Patrimonio de la Humanidad. «No voy a cobrar nada por su elaboración, de alguna forma se puede considerar una donación de la Orden Dominica a la Catedral de Burgos. Para mí es suficiente pago el hecho de que mi obra se exponga allí».
La pieza, elaborada en madera de cedro con una altura aproximada de 1,60 metros, se sujeta sobre una peana y en ella se aprecia el movimiento de una Santo Domingo andante. «Se cuenta que durante los últimos años de su vida andaba cada día unos cuarenta o cincuenta kilómetros, por lo que lo he querido reflejar de esa manera, como un caminante», relata el autor de la pieza, que también está cargada de los símbolos que representan a este personaje. «En la parte de abajo del hábito está el perro con la antorcha, que es la forma en la que lo vio su madre cuando lo estaba gestando; sobre el pecho lleva una estrella de cuatro puntas, y que es la que su madrina vio sobre la frente del santo en el momento de su bautismo. Y en la mano izquierda lleva un libro, que representa a la orden de los predicadores, la que él fundó», explica el padre Salas, que recuerda además que Santo Domingo es el patrón de la provincia de Burgos.