Ni las campañas de concienciación, ni una mayor vigilancia, ni las advertencias del riesgo que se corre al circular distraído, ni siquiera el endurecimiento de las sanciones. Nada parece funcionar a la hora de hacer entender a los conductores de los peligros de usar el teléfono móvil al volante. Cada campaña especial deja evidencia de que estas conductas están peligrosamente extendidas. Los resultados de la última indican que un tercio de las multas fueron por este tipo de comportamientos.
En realidad son varias las lecturas que se pueden sacar tras los dispositivos especiales de la Dirección General de Tráfico para vigilar las distracciones. La primera es que el 14% de los conductores a los que se detiene o controla a través de patrullas discretas no van con la atención puesta en la carretera. La Guardia Civil denunció a 94 personas, prácticamente una por cada operativo dispuesto.
La segunda es que casi todos los despistes son, o bien por el uso del teléfono móvil, o bien por otros sistemas de comunicación, navegación y demás elementos electrónicos. También hay sanciones por fumar, por buscar objetos mientras el vehículo está en marcha, por ponerse el cinturón durante la conducción, por interactuar con otros usuarios de la carretera o incluso por leer.
Casi lo más preocupante es que, durante la última campaña especial contra las distracciones, los agentes encontraron que algunos conductores, además de haber incurrido en algún tipo de infracción que redujese su atención, habían consumido alcohol, drogas o ambas.
Las conclusiones que sacan en la DGT no son nuevas, pero sí que inquietan cada vez más. Porque resulta evidente que el uso del teléfono móvil al volante está cada vez más extendido y no parece haber un cambio de tendencia positivo a pesar de que se haya insistido por activa y por pasiva en los riesgos que acarrean este tipo de despistes. No en vano, se sospecha que aproximadamente en la mitad de los accidentes mortales ocurridos este año la principal causa fue la distracción del conductor.
Durante la presentación de la mencionada campaña especial, el jefe provincial de Tráfico, Raúl Galán, mencionó encuestas que revelan que el 76% de los conductores admiten haberse distraído. Un 5%, lo hacen de manera continua. Los datos empeoran entre la población más joven. «El hecho de mandar un mensaje por el móvil aumenta entre seis y doce veces la posibilidad de sufrir un accidente grave. Es un dato que tenemos que interiorizar y asumir. Pero ya no sólo cuando vamos en carretera, es que tampoco debe hacerse cuando nos encontramos en un semáforo», recordó.
Sorprenden aún más las cifras cuando se van a cumplir dos años desde la entrada en vigor de la ley de seguridad vial que, entre otras cosas, endurecía las sanciones por el uso de dispositivos electrónicos. La multa económica se mantiene igual, 200 euros, que en caso de pagar al instante se queda en la mitad. La detracción de puntos, sin embargo, pasó de tres a seis. Teniendo esto en cuenta, cabe resaltar que esta infracción ha derivado en la pérdida de 8.952 puntos en tan sólo un año, una de las causas más habituales.
Pues bien ni siquiera la amenaza de una multa ejemplar, que deja a la mitad los puntos del permiso de conducir en el mejor de los casos, parece ser suficiente para hacer entender a la sociedad de que es incompatible conducir mientras escribimos un WhatsApp o mandamos un audio. Dicho de otro modo, empieza a ser urgente la reflexión entre los conductores.