En estas fechas de 21 y 22 de julio de 2012 se cumple el bicentenario de la evacuación definitiva de las tropas francesas de guarnición en Sasamón durante la Guerra de la Independencia y la ocupación de la villa por el infortunado guerrillero Santos Padilla, autor del incendio del magnífico templo de Santa María la Real.
El acontecimiento político que la Guerra de la Independencia supuso para España tuvo su proyección en Sasamón, localidad que soportó la presencia de una guarnición francesa permanente desde finales de 1808, tras el desastre de Gamonal, hasta el 21 de julio de 1812, con las secuelas de destrucción, dolor y de muerte que para el pueblo de Sasamón supuso la contienda y el protagonismo que en estas especiales circunstancias tuvo el párroco afrancesado, don Miguel López Calvo. La guarnición, compuesta por alrededor de 80 efectivos, tenía su cuartel general en el propio templo de la localidad, que por su estratégica ubicación servía de atalaya inmejorable para controlar toda la comarca, alojándose sus oficiales en la casa de la iglesia (hoy destruida).
En 1810 ya se había formado en Sasamón una «guardia cívica», a cargo del afrancesado Nicolás Saiz Villegas para cooperar con la guarnición en el control del orden público y la persecución de los «brigantes» o bandidos, que era como se denominaba a los guerrilleros. En Sasamón se compraba en napoleones y en francos y los franceses denominaron a la localidad «la pequeña Bayona de España». Sin embargo, en la primavera de 1811 Sasamón comienza a ser hostigada por las partidas de Pinto, Salazar, Padilla y Longa.
Pero es entre abril y julio de 1812 cuando se suceden los acontecimientos más graves de la historia de Sasamón: tres ataques y tres incendios sufrió el pueblo en esos cuatro meses. El primero fue el 12 de abril, en que las tropas guerrilleras de Salazar, Padilla y La Riba, con unos 2.000 efectivos, se acercaron al pueblo atacándole. La guarnición francesa, al mando del teniente Lafitte y del subteniente Izar, contaba con 86 soldados, mitad dragones (del 18º Regimiento de Dragones) y mitad gendarmes (del 5º Escuadrón de la Gendarmería a caballo). El pueblo estaba defendido por dos cercos o recintos protegidos, de los cuales el exterior, la antigua muralla medieval, fue abandonado por los franceses ante la imposibilidad de defenderlo. Los guerrilleros prendieron fuego a la mayoría de las casas del pueblo (más de 64 casas, aseguran los documentos), aunque no pudieron forzar el perímetro interior, articulado en torno a las calles más próximas la iglesia. La guarnición francesa registró tres muertos (dos gendarmes y un dragón) y cinco heridos. Los atacantes españoles abandonaron 14 muertos y se llevaron un número considerable de heridos. El segundo, con mayor número de fuerzas atacantes (alrededor de 4.000 efectivos), se desarrolló el 4 de mayo al presentarse en Sasamón el brigadier Juan Díaz Porlier El Marquesito con algunas compañías escogidas de granaderos y cazadores de los regimientos ‘Laredo’ y ‘1º Cántabro’ para, en cumplimiento de las órdenes recibidas del general Gabriel Mendizábal desde su cuartel general de Villadiego, «reconocer el fuerte que tienen los enemigos en Sasamón y de embestirle si fuera conveniente». «Los enemigos -manifiesta Porlier en un escrito a su superior- se defendieron en la plaza con tesón, pero al fin se les obligó a abandonarla y se retiraron a la iglesia, que es un edificio aislado y fuerte por su consistencia y localización en lo más alto del pueblo». Porlier empleó todo el día en atacar la iglesia, pero sus esfuerzos resultaron insuficientes por el calibre de la artillería empleada, con el resultado de 27 muertos y numerosos heridos por la parte española, por lo que ordenó al capitán Leoncio Bárcenas quemar las casas inmediatas a la iglesia «de modo que los pueblos tengan a la vista el ejemplo terrible, pero necesario, para los que, como Sasamón, defienden al partido de los franceses». Entre las casas incendiadas estaba el Ayuntamiento, por lo que se pérdida la rica documentación del archivo.
Hubo que esperar, finalmente, algo más de dos meses para que la guarnición francesa, hostigada por las partidas guerrilleras, abandonara Sasamón el 21 de julio. Con las tropas francesas partieron para Burgos, con otros afrancesados, el corregidor de la localidad, Claudio Antonio de Palazuelos, el cura párroco, Miguel López Calvo, y el comandante de la Guardia Cívica, Nicolás Saiz Villegas. Todos ellos habían sido nombrados por José I Bonaparte Caballeros de la Real Orden de España.
Al día siguiente, el 22 de julio de 1812, se presentó Santos Padilla con su tropa haciendo los mayores estragos en la iglesia, sin respetar los retablos y las imágenes de los santos, muchas de ellas destrozadas a sablazos por sus soldados. Padilla, con su escribiente Melchor Cossío y un capellán llamado don Simeón, ex regular franciscano, sacaron de los cajones todas las ropas; valiosas alhajas y cálices; retablos, cajonerías, órgano, sillería y otras obras de mucho valor, reduciéndolo todo a cenizas. Entre tanto, el cura afrancesado de Sasamón se había llevado en su retirada toda la plata y oro de la iglesia «hasta la cantidad de cuatro arrobas y 17 libras». No conforme con su deplorable acción, el guerrillero palentino incendió el castillo de Olmillos, para que no pudiera ser utilizado por las fuerzas enemigas. Tras la salida de los franceses, Sasamón quedó tan despoblada y en un grado de postración social y económica tan notable que tardaría muchas décadas en recuperarse.
Isaac Rilova Pérez
Doctor en Geografía e Historia por la UNED