No por repetidos los argumentos son menos válidos: la atención primaria, puerta de entrada en el sistema de salud, es el nivel donde se resuelve la gran mayoría de los problemas de salud de la población, el que vela por mejorar las condiciones de vida de la comunidad y, además, alarga la vida, no en vano hay muchos estudios -uno de los últimos, publicado en British Journal of General Practice, revista líder en investigación de atención primaria- que han constatado que tener siempre el mismo médico de Familia está asociado a tasas de mortalidad más bajas, un menor uso de los servicios de urgencias y menos derivaciones e ingresos en el hospital. También es cierto que esta estructura está sufriendo desde hace al menos 20 años un feroz desgaste hasta el punto de que no son pocas las opiniones expertas que aseguran que ha desaparecido tal y como se la conoció y se impulsó en España en los años 80 del pasado siglo, cuando se incorporaron al trabajo las primeras generaciones de médicas y médicos de Familia y comenzaron a sustituirse los viejos ambulatorios y sus sistemas de cupos por los centros de salud con una forma de trabajo centrada en la persona y con la implicación de diferentes profesionales.
No es una afirmación exagerada. De los inicios de la década del 2000 datan las primeras concentraciones por parte del personal médico para exigir consultas de, al menos, diez minutos, pues ya en esos años se veían muchos más pacientes de los que se podían asumir en buenas condiciones. El envejecimiento de la población, la mejora de los diagnósticos, los programas de prevención y un cambio social por el que problemas antes considerados propios de la vida ahora llegan a la consulta empezaron a disparar la presión asistencial (número de pacientes que ve un profesional al día) que hizo que se dejaran de lado las labores de salud comunitaria-. A esto se sumaron unas inversiones cada vez más bajas que priorizaron la tecnología hospitalaria sobre la primaria y una inestabilidad laboral de tal calibre que en Burgos hizo que un grupo de profesionales rompiera la baraja en 2021 y sacara a la calle a miles de pacientes para exigir mejoras. Sin gran éxito.
En la actualidad, la falta de médicos se ha agudizado porque con tantos déficits la especialidad de Familia ha dejado de ser atractiva para los estudiantes, lo que trae de cabeza a la Administración que, en esta provincia, ha optado por contratar a profesionales sin formación específica de medicina de Familia, dinamitando así la esencia de la atención primaria, como han denunciado en muchas ocasiones distintas entidades, entre ellas el Colegio Oficial de Médicos.
Así sería, aproximadamente, una pequeña radiografía de este nivel asistencial al que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha sometido a un análisis que ha publicado hace un par de meses y en el que ha participado el médico de Familia burgalés Ángel González, investigador en Política y Sistemas Sanitarios en University College London y miembro del Centro Colaborador de OMS de Sistemas de Atención Primaria de la Universidad de Amsterdam. En La transformación de la atención primaria en España: retos y oportunidades se analizan las debilidades del sistema (también sus fortalezas) y se recomiendan algunos cambios «para volver a construir la confianza y el prestigio que se han ido perdiendo en estos años», afirma González que, para ejemplificar este olvido, recuerda, por ejemplo, que en el Ministerio de Sanidad no existe ningún departamento específico de primaria.
«No dejar caer». Para hacer este trabajo se contactó con las comunidades autónomas, pues desde hace ya dos décadas las competencias son suyas y, asegura Ángel González, que «todas sin excepción insistieron en la importancia que le dan a este nivel sanitario y en que están haciendo todo lo que está en su mano para garantizar su sostenibilidad y no dejarlo caer». A juicio de este experto, España, que había sido siempre un referente internacional primaria, «en los últimos años está sufriendo un déficit de recursos humanos que, unido a la infrafinanciación, la ha dejado muy debilitada».
Las debilidades que señala la OMS en cuanto a la gobernanza y la financiación y que recomienda superar son la menor capacidad que tiene primaria en comparación con los hospitales para priorizar estrategias y presupuestos, que sus equipos tienen oportunidades muy limitadas para la autoorganización y que el papel del coordinador del centro no está completamente desarrollado: «La falta de profesionalización y mecanismos estandarizados para su nombramiento agrava estos problemas», se puede leer.
En el ámbito de los recursos humanos, la escasez de médicos de Familia (y la proyección a medio plazo no es mejor), su distribución «inadecuada con altas tasas de vacantes en áreas rurales y de difícil acceso», la alta temporalidad de los contratos y las condiciones de empleo insatisfactorias, las oportunidades limitadas de desarrollo profesional y de investigación y la falta de una estrategia nacional para «integrar y retener enfermeras con la especialidad de Familia y Comunitaria» son otros de los déficits.
En cuanto a la prestación de servicios, se apunta al aumento gradual en la demanda de cuidados que está añadiendo carga de trabajo «con implicaciones para la atención de calidad centrada en el paciente» y a las «extensas obligaciones administrativas, restricciones de tiempo y distribución de tareas ineficientes dentro de los equipos de primaria». Se señala, además, la coordinación insuficiente con otros niveles de cuidados y servicios y a las escasas iniciativas de salud orientadas a la comunidad «por falta de tiempo, estabilidad laboral y control sobre los recursos».
Formación e investigación. Frente a esto, se propone aumentar la financiación y la autonomía en la toma de decisiones de los centros, una inversión en el desarrollo de recursos humanos y la construcción de capacidades «enfocándose en educación e investigación, formación, compensación competitiva y oportunidades de avance de carrera». Se apuesta también por la garantía de la estabilidad en el empleo, el requerimiento de la especialidad de enfermería familiar y comunitaria para incorporarse a primaria y la construcción de «la confianza de ciudadanos y comunidades en el sistema fortaleciendo la rendición de cuentas».
La transformación de la atención primaria en España: retos y oportunidades incluye, además, algunas buenas prácticas realizadas por las comunidades autónomas que estarían en la senda de la excelencia que se pretende para el sistema. En concreto, de Castilla y León se ha elegido el Plan de Formación en Atención Comunitaria, que persigue aumentar la sensibilización, la formación y ejecución de proyectos de salud comunitaria en la comunidad autónoma y el proyecto HADAS, que pretende corregir los desequilibrios en las funciones del personal, mejorar la eficiencia del sistema y aumentar la calidad de los servicios, «estandarizando y homogeneizando la parte administrativa del sistema».