Una voluntaria agradecida

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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Loredana Valles, venozolana de 45 años, ha encontrado la estabilidad migratoria en Burgos y ahora echa una mano en Cáritas para facilitar la vida a los extranjeros que acaban de llegar a la capital. "Sé cómo se siente y por eso quería ayudar", afirma

Una voluntaria agradecida - Foto: Alberto Rodrigo

España es el cuarto país en el que vive Loredana Valles, de 45 años y madre de una niña de 10, que llegó a Burgos en 2022 y prácticamente desde el principio es voluntaria de Cáritas en dos de sus programas. En el denominado Ain Karem (en referencia al lugar en el que, según la tradición, la Virgen María visitó a su prima Isabel, embarazada) acompaña a jóvenes que se encuentran encinta o han sido madres recientes y que no tienen apoyos familiares o sociales, y en la acogida de la parroquia de San Lesmes se pone a disposición de quienes acuden a solicitar ayuda de cualquier tipo pues, como su propio nombre indica, es el espacio en el que se da el primer contacto con la institución de la Iglesia Católica.

A ambas actividades le dedica ahora, afirma, el 70% de su tiempo, «no concibo mi vida sin el voluntariado» después de que su realidad se haya normalizado y tranquilizado en Burgos tras un largo peregrinar desde su Venezuela natal a Colombia y después a Costa Rica. Aquí su marido tiene un empleo, su hija  está escolarizada y muy contenta con sus nuevas amigas y ella, por fin, algo más tranquila.

Hasta llegar a este momento las cosas fueron complicadas. Recuerda tener que viajar a Colombia para comprar la quimioterapia que su padre necesitaba en Venezuela «y rezar para que en la frontera no me la quitaran y me dejaran llevarla al hospital» y tener que salir con lo puesto de su país: «Al final sientes desapego a las cosas y solo coges lo imprescindible. La nostalgia, que existe y es dura, pero es por los lugares y las personas, no por las cosas». En Colombia pasó un año y en Costa Rica, cuatro, pero haciendo gestiones para homologar el título de su marido en España para que  pudiera trabajar aquí. Cuando eso ocurrió se mudaron y asegura que Burgos «es el mejor lugar en el que se puede vivir».

«Nosotros hemos encontrado la estabilidad migratoria y ahora me gusta echar una mano para que otros la consigan. Por eso cuando vi un cartel de Cáritas en San Lesmes no me lo pensé dos veces y, a través del sacerdote, contacté con ellos», explica. Su trabajo en Ain Karem pasa por acompañar a las jóvenes y a sus criaturas que viven en los pisos tutelados en sus recados y compras y en el caso de las que proceden de América Latina «conversar sobre las diferencias de la maternidad en los distintos contextos y ayudarles a que sean conscientes de los cambios que supone criar en España».

(Reportaje completo en la edición en papel de hoy de Diario de Burgos o aquí)