No han sido suficientes los ríos de tinta que ha hecho correr en la prensa -y aún sigue haciéndolo- el triple crimen de Burgos, el salvaje asesinato de Salvador Barrio, Julia dos Santos y el hijo pequeño de estos, Álvaro, en su piso de la calle Jesús María Ordoño en junio de 2004. No han sido suficientes porque ahora, también, ese triple crimen aún no resuelto ha saltado a las librerías. El periodista de sucesos y criminólogo Nacho Abad, conocido por sus trabajos en programas de cadenas nacionales, acaba de recoger el truculento y rocambolesco caso en El superviviente (Editorial Alrevés), que bucea en la cronología de los hechos, narra las pesquisas policiales, habla con protagonistas y detalla las tesis oficiales, dejando que el lector obtenga sus propias conclusiones.
«Un caso sin resolver siempre deja abiertas dudas, siempre se puede intentar profundizar, ver todas las aristas. Para un investigador siempre es atractivo. Y también para el público. Yo seguí este caso desde el primer día y he ido conociendo a muchas de las personas que participaron en él, entre ellos al sargento de Homicidios de la Guardia Civil Abel Amado. Me hacía especial ilusión escribir sobre algo que él había investigado», explica Abad, quien reconoce la complejidad del caso admitiendo, por ejemplo, que cuando se detuvo a Rodrigo Barrio [el otro hijo de Salvador y Julia] «creí que la Policía lo había hecho bien y que había evidencias más que suficientes para detenerle. Luego resultó que el juzgado lo liberó en cuestión de horas, considerando que las pruebas que había contra él eran insuficientes y endebles. Fue cuando el grupo dirigido por Abel Amado resolvió el caso de Rosalía Martínez, la vecina de La Parte que fue asesinada, que Ángel Ruiz se puso de nuevo en la diana de la Policía».
Cree el periodista de sucesos que quizás «en el comienzo de la investigación hubo cosas que a lo mejor no se hicieron bien o a las que no se dedicó suficiente tiempo, porque un tipo que pinta en el panteón familiar, a las 24 horas del asesinato, 'Cabrón' o 'Hijoputa' algún tipo de animadversión tiene que tener. Creo que ahí faltó profundizar. No les faltó dedicación, pero quizás sí acierto», apostilla. Para Nacho Abad, el triple crimen de Burgos es un caso «rocambolesco. Que un tipo pueda entrar en una casa sin forzar la cerradura, en mitad de la madrugada, matar a tres personas que gritan y nadie se alarme; que después de hacerlo se quede un buen rato en la casa, mueva muebles... Se da la circunstancia de que hay tres testigos auditivos que dicen haber oído una exhalación, gritos de socorro y auxilio pero ninguno decide llamar a la Policía... Y, para colmo, el asesino no deja rastro alguno salvo una pisada de una zapatilla Dunlop, marca y modelo de la que se encontró una caja en la casa de Ángel Ruiz... Que luego surja la teoría de que el otro hijo, que se encuentra a 70 kilómetros, va a Burgos, comete el crimen, regresa al colegio... Es un caso increíble y sorprendente».
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