Ser joven en España no es tarea fácil. Al menos, en cuanto a ahorro y poder adquisitivo se refiere. Pese a que este colectivo ha recuperado la capacidad de desarrollo económico de antes de la llegada de la pandemia del coronavirus, su tasa de desempleo (22,4 por ciento) dobla la media europea (11,3 por ciento).
Así se desprende del informe Capacidades económicas de la juventud española 2028-2023, del Centro Reina Sofía de Fad Juventud y dado a conocer ayer en el marco del foro Jóvenes en perspectiva.
Según el estudio, el regreso a una situación similar a la de hace cuatro años se debe sobre todo a la mejora en indicadores que tienen que ver con el empleo. En concreto, actualmente existe una menor tasa de paro juvenil, así como de población subempleada (14,3 por ciento), de temporabilidad (45,5 por ciento) y de parcialidad involuntaria (49,1 por ciento), lo que genera «cierto optimismo» sobre las posibles tendencias futuras.
Es más, la Fad apunta que el porcentaje que considera que ha mejorado las oportunidades laborales con respecto a las de sus padres ha aumentado un 6 por ciento con respecto a 2018, cuando lo pensaban el 35 por ciento.
Sin embargo, esos avances no se reflejan en otros indicadores, como los jóvenes en riesgo de pobreza y exclusión (27,3 por ciento), mientras que la tasa con capacidad alta de ahorro se desplomó en 2023 ocho puntos porcentuales.
«Si en cuestiones de empleo es posible hacer una lectura relativamente optimista dada la evolución de los datos desde 2018 a 2023, en cuanto a la situación económica los jóvenes siguen siendo un colectivo claramente vulnerable», aseveró Anna Sanmartín, directora del Centro Reina Sofía de Fad Juventud.
En este sentido, la fundación considera «preocupante» esta situación, ya que «restringe su capacidad para independizarse».
«Los costes asociados con el alquiler o compra de una vivienda, junto con otros gastos de vida independiente, se convierten en inasequibles para muchos jóvenes que tienen que seguir en el hogar familiar», recoge el informe.
Esta inestabilidad económica también puede influir en su bienestar emocional y desarrollo personal, en la capacidad de planificar y construir un futuro a largo plazo, incluyendo aspectos como el ahorro para la jubilación o la inversión en bienes raíces. «Una mala situación económica no solo limita las oportunidades inmediatas de los jóvenes, sino que también tiene un impacto profundo en su capacidad para establecer las bases de una vida adulta plena, independiente y segura», indica el análisis.
Por otro lado, el estudio también refleja que la brecha de género en cuestiones económicas sigue siendo «muy acusada»: en todos los valores del índice las mujeres están por debajo que los hombres.
Además, Fad Juventud indica que en España la tasa de temporalidad o parcialidad involuntaria sigue estando en los primeros puestos de Europa y que la primera les afecta a ellas un 7 por ciento más.
Respecto a los trabajadores por cuenta propia, bajaron de 2017 (7,1 por ciento) a 2019 (5,7), mientras que repuntaron levemente con la pandemia. El informe lo interpreta como «una reacción defensiva ante la caída del empleo», aunque en 2023 (5,3 por ciento) siguieron siendo menos que en 2018 (6,5).