Con las primeras escarchas, heladas y nieblas acompañadas de cencelladas surge la pregunta: ¿cómo afecta semejante frío al viñedo de la Ribera del Duero? La respuesta por parte de los viticultores es unánime: de manera positiva... siempre y cuando no se produzcan temperaturas extremas, por debajo de 10 grados bajo cero.
El responsable de campo de Viña Pedrosa, Daniel Pérez, explica que «en principio, todo el frío es bueno para las plantas». Con las heladas invernales sucede algo parecido. «Ayudan a parar el avance de patógenos o posibles enfermedades de la madera y los insectos no sobreviven», continúa, mientras subraya que si se mantienen estas temperaturas a lo largo de las próximas semanas, «la vid lo aguanta todo». Por su parte, la enóloga de la Bodega Hermanos Pérez Pascuas, Nuria Peña, precisa que «por debajo de siete grados bajo cero, podría haber algún daño», sobre todo en las plantas jóvenes ya que las adultas pueden resistir temperaturas aún más bajas.
En esta misma línea se pronuncia Tomás Bueno, viticultor en Zazuar, donde estas últimas jornadas han amanecido con -4 grados y el lunes, sin ir más lejos, no llegaron ni a un grado de temperatura máxima. «Esto a la viña le viene de lujo, esto es bueno. Como las plantas se hallan en parada y están 'dormidas', el frío lo cura todo», asegura.
Eso sí, Bueno advierte de que justo lo que «no hay que hacer ahora es la poda». En su caso, había podado algunas parcelas antes de que se desplomaran los termómetros. Y ya, hasta mediados de enero, por lo menos, no tiene previsto retomar estos trabajos. «La tendencia cada vez es a podar más tarde. En teoría, así retrasas la brotación y te puedes librar más de las heladas, pero tampoco podemos dejar todo para el último día», detalla Bueno.
Algo que comparte Pérez, en cuyas parcelas han efectuado «labores de mantenimiento, más que de poda». A su juicio, se trata de una tarea fundamental «para dar estructura a la planta y delimitar el número de kilos de uva que se recogerán en unos meses, siempre en busca de uva de calidad». Así las cosas, Pérez defiende que «conviene que se alargue el frío lo máximo posible. Si la planta brota el 10 de mayo no habría riesgo de heladas, pero si lo hace en abril y hiela, hay peligro». En este sentido, remata:«Al viñedo le interesa un invierno frío, es lo mejor que nos puede pasar. El frío es un insecticida natural».
Finalmente, Bueno sostiene que no debería haber problemas de personal para realizar la poda de invierno, ya que se trata de una labor que se hace de manera espaciada, hasta el mes de marzo.