El 4 de septiembre de 1936, apenas un mes y medio después del Golpe de Estado, entre seis o siete vecinos de las palentinas Villaescusa de las Torres, Olleros de Pisuerga, Becerril del Carpio fueron asesinados a sangre fría en una cuneta. Al pie de la carretera que conecta las localidades burgalesas de Rebolledo de la Torre y Villela, en plena comarca de Las Loras, han estado enterrados esos cuerpos hasta que el lunes se localizó el fémur de uno de ellos.
La Coordinadora Provincial para la Recuperación de la Memoria Histórica, en colaboración con la empresa vasca Aditu Arkeologia, han conseguido lo que en 2022 les fue imposible: hallar la fosa común en la que fueron sepultados estos represaliados. El número de cuerpos todavía varía y solo se conocerá cuando finalicen los trabajos de exhumación que tendrán lugar esta semana.
Desde hace años había constancia de que en el término de Valdezarce había restos humanos. Una arqueta a pie de carretera, un arroyo, 7 chopos ya talados que se cree pudieron ser plantados para honrar la memoria de las víctimas y la memoria de algunos habitantes eran las pistas. Como complemento a toda la información recabada, se ha logrado el testimonio de un vecino de un pueblo cercana que, con apenas 8 años, presenció el momento de la ejecución. Recuerda esta persona, según apuntó ayer Sol Benito, miembro de la plataforma, escuchar la detonación de varios disparos de pistola y ver posteriormente los cuerpos.
En la pequeña fosa hallada, de apenas 1x2 metros, ya se han localizado al menos tres cuerpos, mientras que los antropólogos precisan que el resto podría encontrarse debajo de los primeros y mezclados. Además se han localizado suelas de zapatos y un proyectil de plomo de una pistola con el que se ejecutó el tiro de gracia.
Las tareas las lleva a cabo el equipo de la firma que dirige Francisco José Valle de Tarazaga junto a dos antropólogas, una australiana y otra canadiense. «Pensábamos que la excavación iba a ser algo más compleja pero para nuestra sorpresa tardamos relativamente poco en hallar los primeros restos», reconoció ayer. No obstante, están teniendo que afrontar diversos inconvenientes que dificultan las labores de exhumación. El primero es relativo al calor y los efectos que tiene sobre los huesos. «Recuece el suelo y lo endurece al tiempo que daña cada pieza ósea», indicó (...).
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