Algunos de sus amigos y familiares lo ven como un ataque de vocación. Otros, directamente piensan que es una locura sin paliativos. Pero ella está feliz, irradia ilusión y está convencida de afrontar el reto de irse un año sola a un pueblo perdido del extremo sur de Senegal.
Paula Álvarez Varona, licenciada en Biología desde el verano de 2012, cogió el sábado un vuelo entre Madrid y Dakar con el que inició una aventura que, si todo va bien, se prolongará hasta las próximas navidades y que consistirá en trabajar como voluntaria en un proyecto de conservación de chimpancés.
«Siempre me he sentido atraída por los bosques tropicales y las sabanas que hay en esa zona de África y hace un tiempo contacté con el Instituto Jane Goodall», nos explicaba la semana pasada mientras ultimaba las maletas. Se refiere al organismo al que da nombre la famosa primatóloga británica, toda una leyenda en su profesión, que inspiró la película Gorilas en la niebla, protagonizada por Sigourney Weaver.
El Instituto le ofreció un voluntariado, y pese a no ser un empleo remunerado Paula está feliz. «Éste es mi momento, tengo la oportunidad de adquirir todos aquellos conocimientos que ayuden en mi formación tanto a nivel personal como profesional». Ya tiene la experiencia de vivir fuera de casa, pues ha pasado 5 años estudiando en León, pero aquello no será ni parecido.
En realidad, no sabe muy bien con qué se va a encontrar. Cómo será exactamente el sitio donde va a vivir. Si serán chozas o casetas o construcciones humildes. Solo tiene seguro que va al pueblo de Segou, muy cerca de Dindefelo, donde se ubica una Reserva Natural Comunitaria en la que habitan los últimos chimpancés de Senegal.
Su misión será la conservación de estos animales, de los que se estima que hay entre 200 y 500 individuos de la subespecie Pan troglodytes verus. Son unos simios especiales, con unas características de comportamiento que «han revolucionado el panorama científico internacional por considerarse los más cercanos al comportamiento de los primeros humanos», relata Álvarez. Por eso habla de transformar su pasión en «un compromiso de protección» y advierte que «la desaparición de estos ejemplares supondría una pérdida incalculable para la biodiversidad regional, para el patrimonio mundial, la ciencia y la evolución». Ahí es nada.
Pero además de las salidas al campo, la observación de los chimpancés, el estudio de su comportamiento y de sus parentescos para intentar abrir vías de comunicación entre poblaciones separadas que van perdiendo la variabilidad genética, Paula tendrá que trabajar en la línea de educación y sensibilización con la población local. Su nivel de francés aun no es muy bueno, así que tendrá que esforzarse en este apartado, porque también se trata de concienciar a la población local de la lucha contra el furtivismo y la importancia de un bien que quizás ellos no valoran como el que llega de fuera pero que puede acabar siendo explotado como un recurso económico más, en forma de ecoturismo, que contribuya al desarrollo de la comarca.
La joven bióloga ha tenido hasta ahora experiencia laboral en el Centro de Recuperación de Animales Silvestres de Los Guindales y en las excavaciones de la Sierra de Atapuerca, pero ahora sus miras apuntan mucho más alto. Le gustaría, si todo va bien, quedarse a trabajar en el programa con estos animales que le fascinan pese a no haber tenido nunca trato directo con ellos.
Sus patrocinadores
Para lograr su sueño, Paula cuenta con el patrocinio de Fundación Oxígeno y de Actividades Diez (ocio y tiempo libre), y siempre que la conexión a internet lo permita se ha propuesto contar su experiencia en un blog que ha titulado ‘Entre lianas’.
«Será una experiencia dura, pero estoy segura de que también bonita», dice. No tiene miedo a los retos que afronta, si acaso a los conflictos armados que amenazan a la zona, como el de Mali. Pero confía en que con unas mínimas medidas de protección e integración en la comunidad donde viva no tendrá ningún problema. Gracias a la web podrá contárnoslo casi en directo.