De comer pipas en los Jardines de don Diego a tocar en la sala madrileña Rock-Ola. Un salto tan brutal fue por culpa un accidente. Hablamos de Antonio Berzosa, más conocido como Tony Marmota, un artista polifacético cuya ocupación más relevante ha sido ser bajista de La Frontera durante los casi 30 años que esta formación lleva dando guerra en los escenarios. Su imagen, claramente identificable por su chistera, se asocia al rock patrio pero en la capital ribereña es uno más de los miembros de la familia Berzosa, ya que la fama no le ha restado una pizca de cercanía.
Antes de comenzar su dilatada carrera musical, Tony tuvo una infancia y juventud normal, como la de cualquier chico de su edad, y en sus ratos libres se dedicaba a hacer lo que hacían todos. «Recuerdo que nos pasábamos las horas muertas en los Jardines de don Diego, comiendo pipas y con la litrona de cerveza, íbamos también mucho al Picón y al Barriles, era un poco lo que se hacía en la época», recuerda Marmota, aclarando a renglón seguido que lo de acercarse al río era solo en verano porque «en invierno te pelabas de frío». En su memoria también tiene muy presentes los bares que frecuentaban por aquel entonces. «Los domingos ibas al Juan Lanas o al Senator, era un poco la vida que hacíamos» en sus primeros pasos adolescentes.
Y es que una de las cosas que recuerda y reconoce que identifica a Aranda es su ambiente festivo. «Cuando éramos un poco más mayores, ya vivíamos un poco más el tema de las fiestas, porque en Aranda siempre hay un evento que celebrar», explica Tony Marmota. De aquella época, el que aún no era el bajista de La Frontera, destaca que acudir a un bar u otro dependía del tipo de música que a cada uno le gustase. «Recuerdo mucho que nuestro bar favorito era el Mardi Grass, que estaba en la plaza de La Sal, que era un poco lo más cool. Años antes, cuando tocaba con los Snake, íbamos mucho a La Cafeta, en la calle Hospicio, que también era un poco el único bar rockero que había en Aranda, pero en la época de la nueva ola, como La Cafeta era más de los rockeros de la vieja escuela, el Mardi Grass ponía música actual, ponía Blondie, ponía Los Ramones, ponía ska y nueva ola», aclara.
Pero no adelantemos acontecimientos porque los cambios en los gustos musicales fueron de la mano de los cambios de formación de la que fuese integrante Tony en casa momento. Pero, ¿cómo se inició él en el mundo de la música? Pues, como adelantábamos al principio, por culpa de un accidente. «En el mundo de la música, aquí en Aranda empecé en el año 1979. Yo me di ese mismo año un tortazo en moto impresionante y estuve en el Hospital de los Santos Reyes tres meses y casi un año sin andar. En ese tiempo me dediqué a tocar la guitarra, a dibujar cómics, todo lo que hago ahora de alguna manera me viene de ahí», aclara.
Cuando terminó esa convalecencia, junto a un grupo de amigos se creó la Snake Blues Band, que bebía de las fuentes del rock más clásico, poniendo como ejemplos a Deep Purple, los Stones, la Credence Clearwater o Eric Clapton, que tuvo una vida curiosa. «Heredamos un equipo suyo que tenía el grupo del hermano de un amigo y empezamos a hacer de orquesta con Paco Palmer por los pueblos para podernos comprar el equipo que queríamos, así estuvimos dos veranos y luego yo ya tenía mi equipo y dejé el grupo», relata. Tras esta incursión en el mundo de la música, surgió uno de los grupos míticos de la movida arandina, Los Porkys, de la mano de la moda del punk y la nueva ola, que pervivieron durante cuatro años e hicieron cosas muy importantes, teniendo en cuenta que venían de una ciudad de provincia. «Los Porkys éramos la primera banda punk nueva ola de todo Castilla y León; la primera vez que salió Nacha Pop fuera de Madrid, que fue a Salas de los Infantes a un festival tocábamos los Snakes de teloneros y la primera vez que salió Parálisis Permanente fue a Valladolid, a la sala América, nos llamaron a los Porkys porque no había otro grupo en toda la comunidad», rememora Tony Marmota. De hecho, Los Porkys ha sido el único grupo de Aranda que ha tocado en la mítica sala Rock-Ola, compartiendo cartel con Las Vulpes, otra banda de punk que causó furor a principios de la década de los 80 el siglo pasado.
De una broma
Por aquel entonces, Antonio Berzosa ya estaba estudiando en la facultad de Ciencias de la Información de Madrid, y allí coincidió con un grupo de amigos con clara querencia a la música, cada uno con su grupo propio: «Quino Maqueda venía de los Reprises, José Bataglio era el único que había grabado un disco con Los Esqueletos que tenían un éxito que se llamaba Radio 222, Javier Andreu de La Visión, yo Los Porkys y Rafa Hernández Octubre», enumera Marmota. Precisamente con éste último fue a inscribir a otro grupo al concurso Villa de Madrid y tuvieron una ocurrencia. «El caso es que cuando fuimos a apuntarlo pensamos en apuntar un grupo ficticio con la gente de la facultad sin decírselo a nadie, le pusimos Las Muñecas Repollo, que era como los New York Dolls pero en versión castiza. Se lo dijimos a los componentes de lo que sería La Frontera y se animaron, pensamos en hacer algo diferente y se nos ocurrió, como a todos nos gustaba el cine, juntar la música del espagueti western, de Morricone y demás, con el punk y el rock de los 70 e íbamos haciendo los temas según íbamos pasando rondas, los hacíamos el día antes», según lo cuenta el mismo Tony Marmota.
Ese año, 1985, ganaron el concurso Villa de Madrid y eso supuso la eclosión de La Frontera, casi también por casualidad. «No teníamos ninguno pretensión de seguir con ese grupo porque teníamos nuestros grupos pero en septiembre nos llamaron para actuar en Rock-Ola, que formaba parte de los requisitos por haber aceptado el premio. Tocamos allí y estábamos en camerinos, todos súper bebidos, y llegó un ejecutivo de Polydor y nosotros no le hicimos ni caso, pero había un amigo nuestro que era un poco más mayor y había bebido un poco menos y a la semana siguiente firmamos con Polydor y ese amigo fue nuestro mánager durante 18 años, así eran las cosas antes», explica este músico polifacético.
De aquello están a punto de cumplirse 30 años, a lo largo de los cuales han grabado 13 discos y ahora están trabajando en algo especial. «Tenemos preparado un disco, una especie de disco en directo, con la colaboración de amigos como Rosendo, Los Enemigos, Coque Maya,... En eso estamos ahora», confiesa el artista arandino. A este nuevo trabajo, además, es probable que se sume una biografía inédita de La Frontera, a modo de novela gráfica, de la que será autor Tony Marmota, «porque no hay ninguna biografía de La Frontera y Andreu siempre ha dicho ‘Marmota, lo tienes que hacer tu’», asegura él entre risas.
Regreso continuo
Afortunadamente, la cercanía entre Aranda y Madrid, donde Tony Marmota ha hecho su vida, le facilita el regreso a su tierra natal a visitar a la familia, los fines de semana y, cuando el calendario de la gira se lo permite, pasaba temporadas vacacionales en tierras arandinas. De hecho, además de regresar a su tierra, es embajador de ella y, siempre que puede, acude con amigos para que la conozcan. «Suelo venir con amigos, porque a la gente de Madrid les encanta salir de allí. La gente alucina con Aranda, porque siempre hay mucho ambiente y es un pueblo precioso, ahora lo veo súper cuidado, lo veo muy interesante, muy atractivo, y todo lo de los vinos de la Ribera del Duero les atrae mucho», comenta.
Ese ambiente se refleja para Tony en la vida musical que tiene la capital ribereña, donde considera que siempre ha habido muchos músicos. «Amigos míos que han conocido Aranda posteriormente me comentan que aquí todo el mundo toca un instrumento, hay muchísimo grupo,... Yo creo que el rollo de las peñas ha hecho que aquí siempre haya habido mucho instrumentista y ese es un caldo de cultivo que la gente tocaba las piezas de la peña porque eran de la charanga pero luego eran músico y tocaban las cosas que les gustaban», analiza Tony.
El ambiente musical actual no es algo extraño para este músico que se ha labrado una carrera nacional y sigue teniendo mucho contacto con los grupos locales. «Ahora conozco algo, como a los Yani Como, que son ya clásicos, a Ni Voz Ni Botox los conocí porque uno de sus componentes fue alumno mío en Madrid cuando yo daba clase de Sonido en un instituto de FP, a Mr. Homeless le produje su primer disco, conozco a Grey que me gustan mucho y son muy buenos músicos... sí conozco gente, menos de lo que me gustaría porque no paso aquí tanto tiempo», confiesa.
Todo ese ambiente musical, junto con la gastronomía propia arandina y sus costumbres, sin olvidar a su familia, hace que Marmota no haya perdido nunca su contacto con la tierra. Tanto es así que reconoce que tiene su particular ruta de tapas, sus bares favoritos a los que acude cuando regresa a Aranda y sus calles, plazas y escenarios preferidos, hasta el punto de utilizar algunos de ellos en una de sus aventuras del primer libro que ha sacado a la luz, No es país para sobrios, con las peripecias de los personajes creados por él mismo, The Flystones. «Aranda son mis orígenes y me gusta mucho; de hecho, a la larga, me encantaría volver, cuando me jubile», deja en el aire este artista arandino, aunque en su mirada se vea que ese horizonte de jubilación aún está muy lejos.