Por las consultas de Oncología Médica del HUBU pasaron el año pasado 1.374 personas a causa de un cáncer recién diagnosticado, que son 535 más de las que lo hicieron en 2018. Solo en este período, el volumen de primeras citas ha aumentado un 63% y ese incremento repercute en las visitas sucesivas (de 23.000 a 28.000), así como en los tratamientos en el hospital de día (de 25.000 a 30.000).
Las cifras dan una idea de la magnitud que está alcanzando el cáncer, pero no se puede reflejar lo que supone la enfermedad y su tratamiento sin destacar que cada consulta y cada terapia tienen dos protagonistas: una persona enferma -y casi siempre asustada- y un sanitario, oncólogo o enfermero, que debe acompañar en el abordaje clínico de la enfermedad, pero también en lo que conlleva en las demás facetas de la vida del paciente. Algo que se hace a base de formación continua, escucha y empatía.
«A cada persona que llega por primera vez le explicamos el proceso que va a iniciar atendiendo siempre a los principios de la verdad soportable; es decir, transmitiendo el diagnóstico y los objetivos del tratamiento sin faltar a la verdad, pero que sea una verdad que pueda asimilar y soportar. Y respetando su derecho de autonomía: hasta dónde quiere saber», explica el jefe de servicio, Enrique Lastra, matizando que el oncólogo «es el profesional adecuado para ayudar al paciente en toda la historia evolutiva de su enfermedad», tanto cuando hay buenas noticias como cuando no es así.
(Más información, en la edición impresa de este jueves de Diario de Burgos o aquí)