La polémica decisión del Gobierno de coalición del PP y Vox de suprimir del proyecto de presupuestos del 2025 una partida de 119.500 euros en concepto de convenios de colaboración con Burgos Acoge, Accem y Atalaya Intercultural ha llegado también hasta Unicef, la agencia de las Naciones Unidas que trabaja para defender los derechos de la infancia. Tal y como ha confirmado este periódico, la organización internacional, «ante las informaciones aparecidas en medios de comunicación», se pondrá «en contacto con el Ayuntamiento de Burgos para conocer los criterios aplicados a subvenciones que afecten a la infancia y a la adolescencia, también a la migrante». Y añaden que «en caso de que se reafirme cualquier medida de tipo discriminatorio, este hecho comportará una revisión de su reconocimiento en 2025» en la red de Ciudades Amigas de la Infancia.
La advertencia de Unicef se suma al clamor social por una decisión que rompe con décadas de colaboración con tres entidades de referencia en el Tercer Sector y así se demostró ayer: alrededor de 3.500 personas, según la Policía Nacional, se concentraron a las 20.00 horas en la Plaza Mayor para pedir al bipartito liderado por Cristina Ayala una rectificación. «¡Equipo de gobierno, todavía estás a tiempo!», corearon los miles de asistentes en diversas ocasiones.
Con la canción de Macaco Mensajes del agua como banda sonora -[...Somos una marea de gente/Todos diferentes/Remando al mismo compás...]- se fue caldeando el ambiente, en principio tan frío como corresponde a una noche de noviembre. Pero cuando la «histórica» educadora de Atalaya Isabel Olazagoitia, ya jubilada, se puso ante el micrófono se hizo el silencio y ella misma señaló que podría dejarse que ese mutismo «hablara de vuestro calor». Fue breve, pero súper concisa para agradecer el esfuerzo, individual y colectivo, que a lo largo de los años ha hecho posible la creación de esas «redes» que han facilitado que «entre todos hayamos logrado vivir la diferencia como enriquecimiento y lo distinto como complementario. No nos lo van a arrebatar. Por eso estamos aquí». El aplauso, el primero de unos cuantos, fue sonoro.
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