Frente al Consistorio de la ciudad del Ebro se alza una de las construcciones más icónicas de Miranda, la Casa de las Cadenas. El edificio se encuentra en pleno proceso de rehabilitación para transformarse en el hogar de la Fundación Caja de Burgos. Las obras comenzaron hace apenas unos días y lo hicieron con sorpresa, ya que apareció un artefacto explosivo sin carga que seguramente databa de la Guerra Civil. Esta solo fue una muestra más de que esta joya alberga un sinfín de historias.
Aunque la mayoría tuvieron lugar mucho antes del golpe de Estado de 1936. Según los datos que maneja el historiador y actual concejal de Cultura, Carlos Diez, en el siglo XX no quedaron documentados un gran número de hechos. En los libros sí consta una reforma de 1924 o que a mitad de centuria allí residía y atendía a sus pacientes el pediatra Rodero, sin embargo, ya en los setenta la casa quedó vacía. Así siguió hasta hoy, salvo por un breve periodo en el que estuvo habitada por ciertos inquilinos. Poco después de que estos la dejaran, en 1989, se rehabilitó su fachada, pero la mejora no atrajo ninguna actividad. Tampoco cuajaron un proyecto de hotel en 2008 o el intento de convertirla en archivo en 2016, aunque no por ese parón su historia ha perdido relevancia.
La Casa de las Cadenas se levantó en el último tercio del siglo XVI junto a la muralla, en la zona donde hubo una judería. Pese a que se la conoce como Casa de los Gil-Delgado, en realidad, la construyó la familia Ribaguda y una de sus herederas fue quien se casó con Francisco, el que entregó su apellido al edificio. Pero entre aquellos muros y los que hoy se ven hay diferencias, pues durante sus primeros cien años ya hubo varias obras. La más importante llegó algo después. En 1729 se modernizó y amplió con la creación de un ala hacia el río.
Entre unas obras y otras, se convirtió en el refugio de ilustres personajes. La mismísima María Teresa, esposa del rey galo Luis XIV, pernoctó allí años antes de su boda, como también hicieron a finales del siglo XVIII unos frailes franciscanos para cobijarse durante la guerra con la Convención francesa.Eso sí, quizá los hechos históricos más destacados no fueron esos, sino los de 1808, 1828 y 1837. En el primero, José Bonaparte encargó instalar en la casa su cuartel de la Guerra de Independencia y ordenó crear tanto una chimenea como un cerramiento con un pequeño jardín. El segundo le otorgó su nombre, pues se colocaron las cadenas que de su fachada para conmemorar la estancia del rey Fernando VII. Y el tercero tuvo lugar durante otra guerra, la Carlista, en la que soldados amotinados del Batallón Provincial de Segovia asesinaron al general en jefe del ejército liberal Rafael de Ceballos-Escalera.