El Prado atribuye a Gil de Siloe la Virgen gemela a la de la Cartuja

R.P.B. / Burgos
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La pinacoteca madrileña exhibe ya esa talla, donada hace un año por la familia Várez Fisa, dándola por auténtica. La imagen 'hermana' se encuentra en la puerta de acceso a la clausura del monasterio burgalés

Imagen de la talla que ahora conserva El Prado.

Aunque hubo expertos en arte que pusieron en duda que la talla de la ‘Virgen entronizada con el niño’ que hace un año donó la familia Várez Fisa al Museo del Prado, la pinacoteca madrileña parece haber confirmado la autenticidad de su autoría, toda vez que ya la ha exhibido atribuyéndosela al escultor Gil de Siloe, quien realizó otra, casi idéntica, que se encuentra en la Cartuja de Miraflores y que es conocida como la Virgen del Coro. Según el Prado, la obra donada es de «excelente calidad».

Aunque no existe ningún documento que confirme que su autor fue Gil de Siloe, «la atribución al escultor burgalés se justifica tanto por las características de la obra como por la prolongada labor que el artista desarrolló para la Cartuja (entre 1489 y 1499). Durante esa década, por encargo de la reina Isabel la Católica, Siloe llevó a cabo los sepulcros de alabastro de los reyes Juan II e Isabel de Portugal, padres de la soberana, y de su hermano ‘Alfonso XII, el de Ávila’, así como el retablo de talla de la capilla mayor. Dada la proximidad estilística de la Virgen del coro con las virtudes sedentes situadas en la base del sepulcro de los reyes, concluido por Siloe en 1493, esta obra se ha datado en la última década del siglo XV», explican desde la pinacoteca madrileña.

Señalan los conservadores del Prado que se ha supuesto que en origen podía haber estado colocada en la pared enfrentada a la de la Virgen del coro, sobre la puerta que daba entonces acceso al amplio patio que comunicaba con el antiguo palacio real de Miraflores. «A partir de 1532, en ese muro se inició la construcción de las capillas laterales y esa puerta es la que actualmente da paso a la capilla de San Bruno. En esta obra Gil de Siloe representa a María entronizada. Va vestida con un hábito con ceñidor de estilo morisco y escote fruncido rematado con un rico adorno de pedrería que aparece en algunas obras de Siloe. Se cubre con un manto rematado asimismo con un orillo de pedrería. Sobre su rodilla derecha descansa el Niño, al que sujeta por la pierna con su mano diestra, en la que sostenía también una flor que ha desaparecido en la escultura del Prado pero no en la de Miraflores. María tiene sobre su rodilla izquierda el libro de las Escrituras abierto y sujeta una de sus páginas con la mano. En él están escritas las profecías sobre la redención, que se inician tras el anuncio del ángel. Siloe muestra en esta obra a María como nueva Eva, que participa en la salvación de los hombres tras el pecado original cometido por los primeros padres, tema que se recoge aquí en la expulsión de Adán y Eva del Paraíso representado en los dos frentes de los brazos del trono. Los rayos solares, dispuestos en el respaldo del trono formando una aureola de gloria detrás de María, contribuirán a definir el tipo iconográfico de la Inmaculada».

Faltan, en cambio, otros atributos como la corona de estrellas, sustituida aquí por la corona que la identifica como Reina de los Cielos. En la parte inferior, Siloe ha dispuesto dos ángeles que surgen de unas nubes y que sostienen un escudo con la cruz y la corona de espinas, dos de las Arma Christi, que aluden una vez más a la Pasión, a la misión redentora de Cristo. «Lamentablemente, la obra no ha llegado hasta nosotros intacta. La cabeza y el cuello del Niño eran añadidos de yeso y de muy mala calidad, por lo que se ha optado por retirarlos. Teniendo en cuenta la importancia que el rostro tiene en la estética de la obra, se ha decidido sustituirlo por un duplicado en yeso del Niño de la Virgen del coro de la Cartuja de Miraflores», concluyen en su informe los responsables del Prado.