Ser uno de los territorios con vientos de mejor calidad de la Península Ibérica, constantes y uniformes a lo largo de todo el año, ha situado a Burgos a la cabeza del sector eólico nacional, una industria clave para los compromisos medioambientales de país y también de Europa. Guste o no ese papel trascendente a la opinión pública, se consolida como la segunda provincia española -tras Zaragoza- generadora de esta energía renovable (4.758 GWh al año) y la tercera en potencia instalada, con 2.107 megavatios (MW) repartidos entre 80 parques que suman 1.513 aerogeneradores.
Lejos de amortiguarse ante la creciente saturación de parques y las críticas de la opinión pública, todo apunta a que ese protagonismo va a seguir en crecimiento a lo largo de los próximos años, como prueban los proyectos que tiene en marcha el sector.
En concreto, según el balance realizado desde la Asociación Empresarial Eólica (AEE), Burgos cuenta en la actualidad con 940 MW con la Declaración de Impacto Ambiental aprobada y, entre ellos, con 612 MW que tienen la autorización de construcción y que están a la espera de licencias urbanísticas municipales, entre otras.
Serían alrededor de 200 nuevos aerogeneradores (tomando como referencia una potencia media de 3 MW por unidad) a sumar a los que ya giran por toda la geografía provincial. La mayoría de ellos están localizados en proyectos de la zona centro y oeste de la provincia, en el entorno del Valle del Arlanza y Camino de Santiago (áreas colindantes con Palencia) y en la franja que delimita Lerma con Burgos capital.
La mayoría de los proyectos desestimados se localizan en el norte de la provincia, el más poblado de molinos y el más sensible desde un punto de vista medioambiental, paisajístico y también mediático. También se han caído parques en el entorno de Juarros.
Repotenciación. En el norte de Burgos también están algunos de los parques más veteranos de España, instalaciones con gran número de aerogeneradores pequeños (1 MW) y que ya están rozando el límite de su vida útil, pero que no tienen visos de desaparecer por su gran valor energético, porque son zonas muy buenas de viento.
Para todos ellos se están ultimando proyectos de repotenciación, la sustitución de los viejos molinos por unos nuevos de mayor potencia, tamaño y eficiencia, lo que permitirá reducir la densidad del parque actual a la décima parte (70 aerogeneradores por 7). Se mantiene la misma potencia instalada y se dobla la generación conservando el uso de las infraestructuras eléctricas ya operativas. «Se aligera la densidad de aerogeneradores y su efecto paisajístico con el uso de otros mayores cuyo impacto hay que estudiar. El futuro de las zonas muy densificadas va por ahí y se verán beneficiadas».
«Ritmo lento». Desde la AEE, que representa a más de 350 empresas vinculadas al eólico en España, se matiza que el ritmo de implantación de esta energía renovable es «lento» de acuerdo con los objetivos establecidos por el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC), que cifra en 50,3 GW la potencia eólica que debe haber instalada en España para el año 2030 y para cumplir con los objetivos fijados por Europa.
Actualmente, hay 30 GW instalados (dos de ellos en Burgos) y haría falta instalar 6 GWanuales a mayores durante los próximos 6 años para lograr este objetivo.
En 2023 se instalaron en España 607 MW (con Aragón a la cabeza) y este año se espera alcanzar un GW (1.000 MW), cifra insuficiente, según apunta el director general de la AEE, Juan Virgilio Márquez. Es más, añade, está a punto de aprobarse un nuevo PNIEC que eleva la cifra a hasta los 62 GW eólicos, 59 terrestres y 3 marinos, «un reto muy difícil porque aún no tenemos coordinado el ritmo de construcción a lo que fija el Plan».
El principal problema al que se enfrentan los promotores eólicos son los trámites y su ritmo. «Por cada MW que se aprueba en eólico, salen adelante 4-5 MW en fotovoltaico», apunta Márquez, quien reconoce que los parques de aerogeneradores son proyectos «complejos, que requieren estudios sensibles y que en algunas administraciones están generando problemas por la oposición social, que no es mayoritaria, pero que tiene poder mediático en algunos territorios». Curiosamente, Madrid, Cataluña y País Vasco, los grandes consumidores energéticos, apenas tienen aerogeneradores...
«No cumplir con el calendario marcado no es algo gratuito, pues es no cumplir con el objetivo de emisiones de España. Sin eólica, España no cumple el plan y Europa tampoco, porque aquí tenemos uno de los planes más ambiciosos de Europa».
Peso empresarial. Pese a su protagonismo en el sector, Burgos cuenta con 9 empresas asociadas a la AEE, Ormazabal, Gamesa y Tecnoaranda entre ellas. La mayoría son firmas de mantenimiento vinculadas a los parques operativos.
El director general de AEE tilda de «irreal» el asociar el problema de la despoblación rural con la ubicación de parques. «Ayudan a un incremento del empleo de proximidad, cualificado y de largo recorrido en tareas de mantenimiento, cifra que se elevará con las tareas de repotenciación. Nuestras empresas necesitan empleo de proximidad, entre otras cosas, porque supone una reducción de costes».
Dicho esto, Márquez matiza que el problema demográfico de la España despoblada es muy anterior a la llegada de la energía eólica, aunque esta aporta importantes ingresos a los ayuntamientos, «que necesitan buenos gestores para impulsar iniciativas que generen población».