Aún no llega a la mitad el número de templos que cuentan con dispositivos de seguridad en Burgos, motivo por el cual la Diócesis anima a las parroquias a que sean las que financien la instalación de alarmas, ya que el presupuesto que maneja el obispado no alcanza, dado el alto número de actuaciones con importante inversión que realizan en materia de rehabilitaciones.

Con todo, se muestran convencidos de la efectividad de los sistemas de seguridad, que «sirven para ahuyentar a los cacos y que, en algunos casos, están conectados con la Policía», explica Álvarez Quevedo, delegado diocesano de Patrimonio.

La instalación de una alarma en una iglesia puede costar en torno a 1.500 euros. Para la Diócesis, abordar ese gasto en el cerca de medio millar que no lo tiene constituye una inversión imposible, motivo por el que insisten en que sean las parroquias las que aborden el coste de los sistemas.

«Está comprobado que un presunto ladrón desiste cuando se topa con un templo con alarma», sostiene Álvarez Quevedo, que, sin embargo, deja claro que las más importantes de la provincia cuentan con sistema de seguridad que empezaron a instalarse a comienzos de este siglo, gracias entre otras cosas a importantes subvenciones de la Junta de Castilla y León.