La tienda de Choni echa el cierre

R.E. MAESTRO / Villafruela
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Ascensión Barquín se jubila con «muchísima pena» y pone fin al negocio que iniciaron sus abuelos hace 100 años. En Villafruela no se quedarán desatendidos al contar con otro comercio de alimentación y eso consuela al vecindario

El sábado bajó la persiana definitivamente el local donde ha trabajado toda su vida y toca despedirse de las clientas. - Foto: M.Á. de la Cruz

Con la voz entrecortada y «muchísima pena» se despide Ascensión Barquín, conocida por todos en Villafruela como Choni, de la tienda donde lleva toda la vida. Sus abuelos empezaron con el negocio hace un centenar de años y luego continuaron sus padres, por lo que con la tercera generación se pone fin a un histórico establecimiento que siempre estaba abierto y que tanta vida generaba en el pueblo. Ahora llega la hora de jubilarse y disfrutar de otra etapa, pero al menos en este pueblo del Arlanza no se quedarán desatendidos al contar con otro comercio de alimentación.

«No sé lo que voy a hacer a partir de ahora, algún entretenimiento buscaré, me gusta leer, ir a andar...; los primeros días seguro que lo echaré en falta, pero también tenía ganas de jubilarme y ahora empieza otra etapa», explica Choni sobre cómo se veía a partir del sábado, cuando echó el cierre definitivo a su querida tienda. Allí ha pasado todos los días, de lunes a domingo, al frente del mostrador. Hasta la pandemia abría también por las tardes, aunque ahora solo lo hacía por las mañanas y con un horario más flexible los meses de verano.

Cuando inauguró su abuela este local lo hizo con un bar, a lo que posteriormente añadió la tienda de alimentación. «Luego mi padre metió telas e iba por los pueblos vendiéndolas con el carro, se cerró el bar y allí montamos la zona de los hilos, ropas interiores, calcetines...», desarrolla. Choni continuó con el tema de la alimentación y también con algo de mercería. Y a todo ello se suma el servicio de estanco, con el que llevará unos 34 años. En definitiva, un lugar donde no faltaba de nada.

Se le acumulan las emociones y los recuerdos vividos en este espacio. Y no es para menos, ya que donde se ubica la tienda también la familia tenía su vivienda. Allí nació y de ahí lo especial que supone este momento de la despedida. «A cargo de la tienda llevo 42 años, aunque anteriormente ya ayudaba a mis padres», comenta esta vecina de Villafruela. Todavía sigue sin olvidar el espectacular ambiente que había cuando arrancó esta aventura. No ha salido de la localidad y no ha parado de trabajar, por lo que también le toca ahora disfrutar de una merecida jubilación.

En el pueblo seguirán teniendo otra tienda abierta. «Y menos mal», dice Choni, que sabe lo difícil que resulta volver a abrir un establecimiento que se cierra en un pueblo. Tampoco ha encontrado a nadie realmente interesado en seguir con su local, ya que ella no pagaba ninguna renta y si alguien tiene que hacer frente a un alquiler tampoco le iba a salir rentable. «Yo he aguantado para terminar mi etapa laboral, pero es muy difícil mantenerse», confiesa, puesto que se vende muy poco en comparación con lo de hace unos cuantos años.

Nadie mejor que ella conoce la evolución de este municipio que cuenta actualmente con 146 empadronados. «Cuando yo empecé se trabajaba muy bien porque había mucha gente, con una gran cantidad de niños y adolescentes, pero esto ha decaído y los inviernos son muy duros», reconoce sobre la pérdida de población sufrida por el medio rural, y añade que entonces había escuelas de niños y de niñas.

«Ahora hay días que me pregunto qué he hecho toda la mañana aquí para sacar esto porque han venido cuatro clientes...», manifiesta. En verano la cosa cambia, pero asume que la principal clientela es aquella que reside habitualmente allí. Y por ello a través de estas líneas agradece también a sus vecinos el apoyo que le han brindado durante todo este tiempo.