La calle San Julián, una vía de apenas 150 metros de longitud que comunica la avenida de Valencia (el bulevar del ferrocarril) y la calle San Pablo se cerrará al tráfico en 2023. El Ayuntamiento de Burgos ya ha adjudicado las obras a la empresa Herrero Temiño por 218.000 euros y un plazo de ejecución de seis meses, de modo que las obras comenzarán antes de fin de año.
La actuación sacará por completo los vehículos de esta calle, que no podrán estacionar ni circular salvo vehículos autorizados como los de emergencias o los accesos a los garajes existentes bajo las viviendas. Toda la vía estará al mismo nivel, incluyendo las entradas a los pisos y a las cocheras, tras la demolición de los actuales pavimentos de la calzada y la acera. El asfalto será reemplazado por un carril central de 3,5 metros de anchura reforzado con adoquines y dos aceras laterales de entre 2,30 y 2,85 metros de ancho, dependiendo del punto de la calle.
La calle San Julián cuenta desde hace meses con la condición de vial de coexistencia, que obliga a los vehículos a circular a un máximo de 20 kilómetros por hora. Tiene una señalización horizontal que así lo indica, pero a partir de su peatonalización se cambiarán las señales para advertir de la prohibición total tanto de circular como de estacionar.
Dos años esperando. La idea de ganar este espacio para los peatones se remonta a la primavera de 2020, cuando la concejala de Ciudadanos Rosa Niño lo llevó como proposición a un Pleno municipal. La iniciativa venía avalada por la opinión favorable del distrito sur y parecía bastante sencilla de ejecutar tal y como luego ha confirmado su presupuesto, pero primero la pandemia y después la lentitud municipal lo ha ido retrasando.
En esta calle se ubica el colegio Nuestra Señora de Lourdes (Zapatitos), además de 8 portales de viviendas, 12 comercios y el centro de día de la Asociación de familiares de enfermos de Alzheimer. Para llevar a cabo su peatonalización habrá que eliminar media docena de plazas de aparcamiento.