Arija proyecta un museo dedicado a su patrimonio industrial

A.C. / Arija
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Quiere sacar partido a la debacle que supuso el cierre de la Cristalera Española y el embalse del Ebro en los años 50

Arija proyecta un museo dedicado a su patrimonio industrial - Foto: Álbum de CE/imágenes

El nuevo alcalde de Arija, Josu Aramberri, con un curriculum profesional extraordinario en el mundo de la docencia universitaria en el País Vasco donde llegó a ser decano, también es un erudito con numerosos estudios y publicaciones sobre el pasado fabril de la localidad. La construcción de Cristalería Española en Arija hizo subir la economía local y de todo el entorno como la espuma. La firma, atraída por la arena del entorno y la linea del ferrocarril de La Robla, estuvo operativa entre 1906 y 1953. En sus primeros 24 años pasaron por sus instalaciones 3.400 trabajadores. Llegó a tener contratados a más de mil al mismo. Por eso, Arija contaba en 1930 con 2.234 habitantes. Hoy suma 110.

Pocas poblaciones de Las Merindades han sufrido una debacle tan impresionante en su demografía y su actividad económica. Pero lejos de lamentarlo, Aramberri y su equipo quieren aprovechar ese pasado para dar contenido al futuro museo de la historia de Arija. En el proyecto que maneja el Ayuntamiento arijano, no solo tendrá cabida mostrar el patrimonio industrial, sino también el arqueológico de municipios cercanos a Arija con grabados prehistóricos o conjuntos eremíticos, así como el natural, cuyos principales exponentes son el embalse del Ebro y Monte Hijedo, una vasta masa forestal que comparten Arija y Santa Gadea y se extiende a Cantabria.

«Arija es una ciudad fábrica de libro que Saint Gobain fundó en 1906», relata Aramberri, autor de numerosos artículos y publicaciones sobre Arija y Cristalería Española. Construyó su colegio y capilla, que aún se conservan en manos de la empresa arenera Sibelco, pero también surgieron multitud de comercios, restaurantes y negocios. En Arija hay hasta Gran Vía, una calle con señoriales edificaciones que ocupaban los responsables de la boyante industria.

El proyecto que se quiere dotar con el sistema de Museos Vivos, gracias al que se puede acceder con una clave sin necesidad de personal, busca atraer a las 25.000 personas con raíces arijanas que viven en Avilés. A esta ciudad asturiana se trasladó la mayoría del personal de Cristalería Española tras su cierre. También se fueron a Zaragoza, Azuqueca de Henares, Tarragona, Madrid y Sevilla y para todos ellos este museo puede ser un modo de indagar sobre su historia familiar.

Del mismo modo, las familias de quienes se vieron afectados por la construcción del embalse del Ebro están entre los potenciales visitantes del museo. De las 7 hectáreas que anegó el pantano inaugurado por Franco en 1952, un total de 2 pertenecen al municipio de Arija. Bajo las aguas que alcanzan una largura de 20 kilómetros y un ancho máximo de 4, quedaron 400 viviendas de varios municipios, por lo que el museo también quiere contar lo ocurrido en los vecinos territorios cántabros, así como la historia de las vidrieras de Campoo, que fabricaban junto con la de Arija el 30% del vidrio de España, según los datos de Aramberri, y que se ubicaban en Las Rozas, Arroyo, Reinosa o Mataporquera. Así, varios ayuntamientos del entorno y colectivos ya han dado su apoyo al proyecto museístico, un aval para solicitar subvenciones.

En el potro o en la capilla. Arija bulle de vida en verano, con el camping, la playa, el albergue y la multitud de propuestas que se desarrollan por parte del Ayuntamiento y otros colectivos. Pero el proyecto museístico en ciernes persigue desestacionalizar este turismo y hacer posible que reciba visitantes en los meses más silenciosos. La primera ubicación posible para el museo es el edificio municipal del potro, aunque el equipo de gobierno no descarta poder contar con la antigua capilla de la Cristalera, un edificio histórico cuya cesión se ha solicitado a Sibelco por un periodo de 50 años para poder optar a ayudas europeas o de otras administraciones.

El museo pretende contar con «un carácter acusadamente innovador», como indica su memoria y proponer contenidos y rutas exteriores al edificio que lo albergue. En algunos casos, se invitará al visitante a conocer otros espacios expositivos, como la sala multiusos del Ayuntamiento que alberga el fondo fotográfico o su desván donde se organizan exposiciones temporales. Asimismo, plantea rutas siguiendo el modelo de aplicaciones de móvil de reconstrucción virtual del patrimonio. Entre su contenido se contarán fotografías antiguas en formato físico y digital, textos, reportajes de prensa de la época o contenidos audiovisuales como los documentales Donde aprendiste a vivir, de 2008;Arijanos, de Isaac Bazán (2015);y Noguerol, reflotar una deuda pendiente, de Adrián Alonso (2018).