Los narcos miran al Levante y Cataluña

OTR Press
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Los 'capos del sur' desvían sus rutas para el desembarco de los alijos por la presión policial desatada en el Estrecho desde 2018

Los narcos miran al Levante y Cataluña - Foto: Enric Fontcuberta

La «presión intensa» ejercida los últimos cinco años como consecuencia del Plan Especial de Seguridad para el Campo de Gibraltar ha llevado a los líderes de las principales redes de narcotráfico que operan en el sur de España a dispersar los alijos de droga. Así lo ha constatado la Guardia Civil, que alerta de que el hachís -principalmente- entra a España por zonas de la costa del Levante y cada vez «con más frecuencia» también a través de Cataluña e incluso Portugal.

Este plan antidroga que se lanzó en 2018 tras meses en los que se llegó a poner en duda la pérdida del principio de autoridad tuvo efectos visibles, pero también consecuencias. «En estos cinco años se ha mandado el mensaje de que se ponen medios para restablecer el principio de autoridad», señala Ernesto Segura, comandante de la Guardia Civil en el Centro Regional de Análisis e Inteligencia contra el Narcotráfico (CRAIN), que matiza que no hubo pérdida, pero sí «deterioro del principio de autoridad».

Fruto del trabajo, los cabecillas del narcotráfico «llevan tiempo con un perfil más bajo», sin hacer tanta ostentación. En aquel año, entre otras situaciones, uno de los Castaña participó en un videoclip estando fugado y uno de los integrantes del clan fue liberado cuando estaba bajo custodia policial en un hospital de La Línea de la Concepción.

Frente a aquella imagen de sobrexposición que les llevaba, incluso, a protagonizar enfrentamientos con policías para tratar de mantener su mercancía o a subir vídeos a redes sociales de alijos en playas a plena luz del día, los narcos tienen ahora un perfil de mayor «sofisticación» tanto para sus comunicaciones (encriptadas mediante herramientas como Encrochat) como para el blanqueo. Para esto funcionan ya con el hachís a imagen de las bandas que trafican con cocaína: recurren a empresas pantallas o criptomonedas y no a los dobles fondos o a la inversión en vivienda o coches.

Otro aspecto cada vez más frecuente es que los narcos del sur entablan alianzas entre bandas de narcotraficante para el traslado de hachís desde Marruecos, para lo que «subcontratan servicios» a otras organizaciones que tiene bajo su control y poder alijar en zonas alejadas del Estrecho de Gibraltar y que, a priori, consideran «menos presionadas» desde el punto de vista policial.

En este sentido, el responsable policial alerta de dos cuestiones: el aumento del decomiso de armas de fuego que usan para protegerse de  vuelcos -robos entre bandas- y la creciente preocupación por el acopio sin medidas de seguridad de gasolina para efectuar portes de mayor extensión en narcolanchas.

Gran acopio de gasolina

Al igual que la Fiscalía en su memoria anual, el comandante Segura apunta al «peligro» que supone para otros ciudadanos que se almacene gasolina sin control en naves y garajes. Se ha detectado que los narcos realizan robos en gasolineras de bajo precio o en zonas poco habitadas y que incluso han llegado a comprar a trabajadores para asegurarse el suministro vital para poner en marcha los traslados de droga por mar.

273 toneladas en un año. El experto repasa la evolución del Plan de Seguridad del Campo de Gibraltar desde la «zona cero» de los municipios gaditanos de Algeciras, La Línea de la Concepción, Tarifa, San Roque o Los Barrios hasta las actuales seis provincias andaluzas sobre las que se aplica. Esto conllevó, solo durante el año 2022, un resultado de 5.827 detenciones y 273 toneladas de droga incautada por las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado: el 80 por ciento fue hachís, el 11 por ciento marihuana y en torno al 8 por ciento del total era cocaína.

Informes del Ministerio del Interior también reflejan la «expansión territorial» de los narcos del sur -otro punto caliente es el río Guadalquivir- como respuesta al despligue policial en el Estrecho de Gibraltar, donde en 2022 se llevaron a cabo 858 operaciones que dejaron 721 detenciones por narcotráfico y contrabando.

El número de operaciones se elevan a más de 4.600 incluyendo las seis provincias que abarcan actualmente el plan de seguridad, de las que en torno al 10 por ciento se centraron en las redes de blanqueo de capitales y otros delitos conexos, algo que el comandante de la Guardia Civil destaca como clave, ya que la desarticulación patrimonial es lo que realmente daña a estas estructuras criminales.

Sobre todo porque, como reconoce el responsable policial, los narcos del Campo de Gibraltar, entre los que figuran apodos mediáticos como los Castaña, el Messi del hachís, El Pantoja o el Tomate, consiguen reponerse para operar «pese a las dificultades crecientes por los sucesivos golpes policiales».

De forma preventiva, ahora recurren con más frecuencia a drones y radares marinos que colocan en pisos franco para detectar el patrullaje policial de las embarcaciones del servicio marítimo. Su capacidad de adaptación, reitera, es notable porque disponen de recursos económicos, como muestra que las narcolanchas varían según sus necesidades: pueden ser de un solo motor y ocho metros de eslora o de hasta cuatro motores, 14 metros de eslora y capacidad para cargar 4.000 kilos a una velocidad de unos 110 kilómetros por hora.

Jóvenes y con arraigo

Al frente de estas organizaciones, apuntan desde la Benemérita, se encuentran capos de entre 30 y 40 años que se rodean en la cúpula de familiares o gente muy cercana, con fuerte arraigo en la zona del Estrecho y también con contactos en Marruecos, un país que es uno de los mayores productores mundiales de hachís.

El Ministerio del Interior que dirige Fernando Grande-Marlaska destaca que ha invertido casi 11 millones de euros en recursos materiales y tecnológicos, y que las plantillas de Guardia Civil y Policía en las seis provincias donde se aplica el plan antidroga han crecido un 6,7 por ciento, hasta superar los 24.500 efectivos.

Sindicatos policiales, por su parte, reclaman desde hace años la declaración de Zona Especial Singularidad (ZES), lo que implicaría incentivos sociolaborales y dar más estabilidad a las plantillas.

«Nuestro reto es seguir complicándoles la vida aunque esto no es solo un problema policial», comenta sobre las principales redes de narcotrafico el comandante al frente del CRAIN, un centro de inteligencia que ejerce de cerebro al integrar a agentes del Servicio de Información, Asuntos Internos -para detectar posibles casos de corrupción-, expertos en delitos económicos y de Policía Judicial o del GAR, el grupo de elite para la ejecución de operaciones de alto riesgo que fue usado en el pasado en la lucha contra ETA.