Las horas no pesaban en el cuerpo a pesar de permanecer en cuclillas durante la mayor parte de la jornada. Las ganas por descifrar el pasado de Poza de la Sal y la cantidad de voluntarios predispuestos a colaborar con el equipo de arqueólogos en las excavaciones de la ciudad romana adelantaban el trabajo. Una de las mañanas, al poco de entrar en faena, Carlos González sintió una carga en la espalda que le obligó a pisar el freno. «Solo durante un rato corto», aclara. Se dirigió a las vías del tren a estirar las piernas y al dar una patada a un terrón salió rodando la dama de Flavia Augusta.
«La pobre parecía un trozo más de tierra, pero en cuanto la vi supe que se trataba de un hallazgo especial», explica con ilusión el pozano. A pesar del ligero dolor que sufría en el dorso se agachó y con delicadeza la recogió del suelo, la limpió y comprobó que se trataba de un pequeño busto de una mujer. «Me quedé paralizado, el corazón se me bajó hasta los pies y tardé varios minutos en reaccionar», confiesa.
Tras el sobresalto regresó hasta el sondeo de 120 metros cuadrados que abrieron sobre una de las estructuras de la urbe donde se encontraban sus compañeros. «Esperanza, he encontrado algo que te va a interesar», gritó a los cuatro vientos a la directora del proyecto Cerro Milagro. «Seguro que no tiene mayor importancia», respondió ella. «¡Qué sí, qué sí», insistió Carlos. La cara de la arqueóloga cambió radicalmente cuando observó de cerca la escultura. «Los ojos se le pusieron como platos, no daba crédito a lo que sujetaban mis manos», confiesa el voluntario.
Y así fue. Todavía es pronto para conocer su cronología ya que prácticamente acaba de caer en sus manos y el equipo debe limpiarla y estudiarla a fondo, pero Esperanza Martín asegura que se trata de «un aporte único para el conocimiento de la sociedad que aquí habitó», expone. A primera vista, los profesionales han comprobado que se aprecia el busto de una mujer que viste una túnica y sujeta su pelo con un recogido semejante al de una coleta. Según la directora de la excavación, la pieza destaca porque «realmente la cultura material con la que nos topamos en este tipo de yacimientos suele limitarse a trozos de cerámica, y esto no deja de ser una escultura de pequeño tamaño». Lo que por el momento desconocen es si la figura estaría relacionada con una ofrenda votiva- un objeto colocado en un lugar sagrado de la vivienda por motivos rituales- o corresponde a la representación de una divinidad o de un ser humano de la época.
Por el momento descansa en el laboratorio ubicado en el Centro de Interpretación de las Salinas, donde será analizada y catalogada. En la instalación también se ha adaptado un espacio para ejecutar escaneados en 3D de las piezas descubiertas más valiosas, lo que permitirá una mejor investigación y una ampliación de las obras en el museo virtual.
Otro de los hallazgos mas significativos compete a la pintura mural de época romana de una de las estancias del conjunto edilicio de grandes dimensiones excavado. «La calidad es extraordinaria y la gama cromática recuperada nos ha dejado sin palabras. Se aprecian numerosos motivos dibujados como plantas, personas y formas geométricas de múltiples colores entre los que destacan el negro, blanco, rojo, verde, azul, naranja, ocre o granate. Queda clarísimo que esta vivienda era propiedad de una familia de un poder adquisitivo muy elevado», afirma Martín.
La campaña de excavación ha finalizado «satisfactoriamente» con materiales de superficie de una cronología que abarca desde finales del siglo I hasta el siglo IV. Para la preservación de futuras intervenciones han protegido el área, que volverá a descubrirse en futuras periodos de investigación, para indagar más sobre el pasado de la villa.