Los reconocimientos profesionales suelen llegar con edades avanzadas, aunque siempre hay excepciones. En este caso, los protagonistas suman de media 38,4 años y pertenecen a un mundo en plena ebullición y cambio, con máxima competitividad y un nivel de exigencia que nunca decae. Jóvenes, a la vez que referentes dentro de la alta cocina, comparten provincia y han puesto a Burgos en el mapa de las estrellas de la prestigiosa Guía Michelin.
Miguel Cobo, Alejandro Serrano, Alberto Molinero y Ricardo Temiño se sientan a la 'mesa' de Diario de Burgos para hablar de lo que mejor saben, de gastronomía, de su tierra, del producto, del presente y del futuro de este sector.
La llegada del Óscar culinario no ha cambiado su forma de ser, pero sí que ha supuesto una revolución en sus fogones, que conviven con otros conceptos más dirigidos a un público mayoritario y quizá no tan selecto, al igual que la reafirmación de una vocación que se acerca a lo artístico. «Al final es un reconocimiento internacional que te aporta veracidad de cara a las marcas, al cliente y a tu propio equipo; que te hace creer más en el camino que vas siguiendo para continuar apostando por una cocina más elaborada», resume Miguel Cobo, quien considera que la estrella no supone haber alcanzado el máximo éxito ni tampoco «ser mejor cocinero».
La logró en 2016, después se evaporó con el cierre de su primer restaurante y en 2022 la recuperó, con Cobo Evolución, experiencia gastronómica que forma parte del proyecto Cobo Estratos, en la plaza de la Libertad. Un año antes, en 2021 y con solo 24 años, llegó la de Alejandro Serrano, con el restaurante del mismo nombre en Miranda de Ebro. Formado en la Escuela de Hostelería de Bilbao, el benjamín del grupo admite que «ha llegado el momento» de ir a por la segunda. «El primer año fue para estabilizarnos, creérnoslo de verdad. El segundo empezamos a soñar y este tercero ha sido para aprender. Creo que en el cuarto y fruto de todo lo que hemos estado haciendo, tenemos el nivel y queremos ir a por la segunda estrella», explica tras un 2024 protagonizado por los constantes viajes fuera de España.
Nutrirse de otras culturas y experiencias gastronómicas forma parte de un trabajo en el que el aprendizaje es una máxima permanente. En la última gala Michelin, hubo quien dijo que lo difícil no era conseguir una estrella sino mantenerla. «Yo sí que tuve ese gusanillo de que nunca sabes lo que va a pasar. Al final es como que todos los años pasas un examen», reconoce Alberto Molinero, quien se puso la característica chaquetilla blanca a finales de 2023, consiguiendo con Erre de Roca el segundo Óscar de la cocina para la ciudad del Ebro.
Molinero saborea ya la estrella, después de unos primeros meses «bastantes duros» al dispararse el volumen de reservas y con él, el de trabajo. «Es el sueño de todo cocinero, pero no te lo terminas de creer hasta que finalmente llega y no te has preparado del todo para ello», sostiene el chef desde una posición ya de tranquilidad y disfrute. Ricardo Temiño asiente a las palabras del que fuera su profesor de Pastelería tras entrar en la élite de los chefs el pasado noviembre con el restaurante que lleva su nombre y que forma parte del proyecto de La Fábrica, en la calle San Juan. «No somos todavía muy conscientes porque estamos en la vorágine de las navidades, pero ya estamos asimilándolo», asevera el cocinero.
(El reportaje completo, en la edición impresa de este martes de Diario de Burgos o aquí)