Néstor Pavón (Burgos, 1928-2021) está por descubrir. Quien se acerca al pintor, ilustrador y escultor lo sabe, porque además de una gran cantidad de obra, en la exposición que hace poco le dedicó el Museo de Burgos se apreciaba el dominio que tuvo de todo tipo de técnicas, estilos, disciplinas y formas de expresión. Que fue un artista poliédrico también lo cree su hijo César y la Fernán González, que acaba de recibir en depósito obras vinculadas a sus facetas menos conocidas. «Es un artista con muchas aristas», destaca el académico Ignacio González, que menciona también la retrospectiva que preparó el propio artista en la sala Pedro Torrecilla, con gran éxito de asistencia. «Su obra genera mucho interés. No hay que ver las visitas (12.000 pasaron por el Museo de Burgos), pero aún así está por descubrir».
Para darla a conocer y sobre todo con idea de que pueda ser objeto de estudio de investigadores o universitarios, la familia de Néstor Pavón ha cedido a la institución académica uno de los trabajos de campo más meticulosos que existen sobre las marcas de canteros en las construcciones burgalesas.
Dibujados a mano, en tinta sobre papel de cebolla para ayudarse a calcar sus apuntes y fotografías, midiendo los tamaños y las firmas de quienes esculpían las piedras, Pavón se recorrió la provincia para identificar a los canteros y escribir sobre ellos. «Iba a las iglesias y hasta donde le llegaba la vista tomaba notas y medía para acotarlas y luego pasarlas a calco», rememora César Pavón.
En la Institución Fernán González quedan en depósito el trabajo de campo que hizo para los cuatro libros que sobre este tema publicó (Signos lapidarios de los canteros en la catedral de Burgos, en el Alfoz de Muñó y aledaños o Canteros en el camino de Santiago). Pero además dejó otros trabajos inéditos, acabados y en algunos casos con la maqueta hecha, como los que escribió y dibujó sobre La Cartuja, las Huelgas o el Monasterio de Rodilla. «Tenemos intención de publicarlos y empezaríamos con el de La Cartuja», detalla René Jesús Payo.
El director de la Fernán González destaca la importancia y el interés que tienen estos estudios: «Son obras riquísimas porque es difícil que alguien que se dedique a la investigación histórica sea también capaz de ilustrarlo. Y Pavón era capaz de ver con otros ojos lo que estaba historiando», añade.
«Se han unido voluntades por ambas partes porque la intención de mi padre siempre fue que en caso de que su obra desapareciera de la familia se quedara en manos públicas, en manos de alguna fundación, con lo cual cumplo el deseo de mi padre», afirma César. «A mí personalmente me parece muy interesante que este trabajo de campo, que es más científico e introspectivo, pueda llegar a manos de estudiantes a través de una fundación como la FernánGonzález».
Además de esa obra, la familia Pavón ha cedido otra de sus facetas menos conocida:la del escritor de ficción. «Dejó escritos a máquina y encuadernados por él una decena de cuentos y medio centenar de poemas sobre Castilla o de carácter introspectivo. De esta obra nunca publicó nada», recuerda César. La Fernán González también apuesta por reunir su poesía en un libro aprovechando dibujos e ilustraciones inéditas.
Por último, y siguiendo con la intención de la Academia de disponer de una muestra de la obra de los artistas burgaleses más conocidos, César Pavón ha donado una acuarela de un paisaje burgalés fechada en 1976 y una pintura geométrica de 2006.
Mientras, la familia ha encargado la catalogación de una obra que sigue sorprendiendo a su propio hijo:«Mi padre es conocido, pero el comentario generalizado es que no sabían lo diversificada que era su obra. Incluso yo sigo descubriendo cosas en Cortes. Lo último han sido unos dibujos que hizo al margen de todo, unos collages quizá con idea de hacer alguna publicación, porque tenía recortes de noticias, con definiciones... una especie de poesía visual», resume. Con intención de conocer a fondo su legado, César Pavón ha empezado a inventariar una obra que supera las 2.500 piezas.