Modesto y Orlando, todos recuerdan los nombres de los dos ancianos que murieron atropellados en el mismo paso de cebra de Alcalde Martín Cobos con una diferencia de meses. Es la misma calle de dos carriles por sentido que cada día siguen cruzando más de 500 vecinos de la barriada de San Cristóbal para ir a comprar el pan, a tomar un vino o a recoger a los niños en la escuela.
Antes era una de las arterias principales del polígono Burgos-Este, hoy lo sigue siendo y es, además, una de las avenidas clave de la ciudad para la conexión con la circunvalación, tanto para coches, como para camiones, furgonetas de reparto y autobuses con trabajadores.
Javier García, párroco de San Juan de Ortega (i. en la foto, con una vecina), aglutinó el dolor causado por los accidentes entre el vecindario y lo movilizó en dos ocasiones en 2021 para exigir al Ayuntamiento medidas que terminasen de una vez por todas con la sangría de los atropellos.
«El peligro se disparó con la nueva urbanización de Alcalde Martín Cobos. Se eliminó el aparcamiento en batería en favor del aparcamiento en línea, lo que permitió liberar los dos carriles por sentido en una larga recta por la que se ha multiplicado el tránsito y también la velocidad».
Tras las concentraciones de protesta y las reuniones con el Ayuntamiento, se instaló una señalización luminosa en los pasos de peatones y se colocó un radar de análisis de velocidades y tránsitos.
El tramo cuenta también con un semáforo a demanda, el más usado, porque los vecinos siguen desconfiando del resto de pasos del tramo.
«Es horrible -afirma una vecina-, por aquí siempre la gente circula con prisa y corres un gran riesgo si no utilizas el semáforo».
«Claro que conocía a los fallecidos, eran muy mayores, pero es un golpe muy duro morir por una causa que se puede evitar», recuerda otro peatón, que ve necesario más semáforos para retener las velocidades a las que se circula, máxime cuando hay colegios cerca.
Todas las medidas aplicadas en los últimos años -apunta García- no han servido para detener los sustos y los atropellos. «Siguen ocurriendo, pero, afortunadamente y hasta la fecha, menos graves, aunque alguno pasó varios días en el hospital».
«El peligro sigue estando en los pasos de cebra más cercanos a las glorietas [la de la Carretera de Poza y en la confluencia con la calle Padre Arregui], en ambos sentidos, a los que llegan los coches a gran velocidad, pero con muy poca visibilidad para ver a los peatones. Siempre hay un paso de cebra justo a la salida de las glorietas, lo que es un peligro».
El padre Javier recuerda que consiguieron estas medidas de seguridad porque salieron a la calle a pedirlas, porque en San Cristóbal persiste un sentimiento de comunidad que igual no se ha desarrollado en otras nuevas zonas residenciales que tienen los mismos problemas. «El este de la ciudad necesita muchos más semáforos, a demanda o en línea, porque el tráfico no deja de crecer».