Sentado en el muro aledaño al casoplón en el que durante décadas se «cocieron tantas y tantas cosas», Narciso Padrones visualiza en su memoria la terraza, el portón de madera y el vistoso cartel de chapa que daba la bienvenida a los clientes al café-bar Buena Vista. Durante décadas lo regentaron sus padres, Feliciano y Bonifacia, aunque tanto él como sus tres hermanos -José Luis, Alberto y Marce- vestían el mandil no por aparentar que hacían algo. «Realmente trabajábamos, y mucho», reconoce. En el «escaparate perfecto» para conocer gente había mesas distintas unas de otras -como en las tabernas más vintage de Malasaña- y televisión. «La primera en todo el pueblo», recuerda. Los aficionados a los toros acudían a ver las corridas de San Isidro, mientras que el resto se entretenía a base de tragos, charlas y cánticos.
Algunas escenas típicas de la taberna -y de otros lugares- de los años 50, 60 y 70 quedaron plasmadas en fotografías y Narci, así es como le conocen en la localidad, las recopiló poco a poco. Un buen manejo de las nuevas tecnologías le permitió crear Cosas de Narci, la carpeta en la que almacena miles de documentos gráficos, testimonios y «un poco de todo, solo relacionado con la villa» aunque realmente cogió forma a partir de la jubilación, en 2010. Ordenar todo el material ha llevado su tiempo, pero «desde luego ha merecido la pena», manifiesta ilusionado. A sus 78 años, goza de una memoria de elefante y unas ganas de vivir que le han llevado a publicar su primer libro: Poza en mi memoria. Un trabajo con el que pretende dar a conocer, «sobre todo a los más jóvenes», el lugar perfecto en el que «nacer, crecer y disfrutar».
El autor presentará el trabajo en el Auditorio pozano el Sábado Santo, a las 19.30 horas
Tan solo los hijos del pueblo de mayor edad recuerdan y son capaces de señalar las ubicaciones en las que llegaron a funcionar hasta un centenar de negocios y comercios. Las tabernas El Rimbombín, Siete Vidas, entre otras, alegraban el día a día de los más sociables. Pero los vecinos tenían la posibilidad de hacer algo más que reunirse en el bar. Hace 65 años «podíamos comprar ropa, calzado -también repararlo- carne, leche y pescado fresco, cestos de mimbre y albardas», relata. También fabricarse trajes a medida gracias a Julio, Isabel, Ascensión Consuelo y Chelo, los artistas, retocarse el cabello en varias peluquerías -de señoras y caballeros- e incluso esquilar la lana a las ovejas.
Además del «merecido repaso» a todos y cada uno de los empresarios que facilitaron la vida de los habitantes, el autor nombra en el capítulo 9 a los personajes típicos, anécdotas y chascarrillos por los que a día de hoy todavía protagonizan las conversaciones. Adolfo Espinosa, Cayetano Puente 'Juaneros', Tomás Pérez 'Orejas', Petra Bonachía 'Petrilla La Morterona', Paulino 'Marquitos', Eugenio Gutiérrez 'Sietevidas', Don Luis Cuevas Tudanca, Ramiro Eizaguirre, Augusto Saiz Linaje o Martín Díaz 'El Bótalo' se ganaron la fama más allá del territorio pozano por sus distinguidas personalidades. Todos y cada uno de ellos «reciben la mención especial que merecen», reitera Narci. Los que se queden con la curiosidad de conocer el porqué de su distinción deberán acudir a la presentación del trabajo el día 19, a las 19.30 horas en el Auditorio Martín de la Fuente. Habrá libros para todos. También en la Oficina de Turismo, Ayuntamiento y varias librerías de Burgos.
Aficiones. Nació en la plaza Nueva y desde pequeño mamó la pasión por las tradiciones y fiestas descritas en el texto. Fue uno de los fundadores de la Asociación Amigos de Poza, la cual derivó a la actual Amigos de las Salinas, que presidió hasta 2024. Durante 40 años fue miembro de la Banda de Música. Impulsor de la recuperación de las salinas y salinero de vocación, confía en que las nuevas generaciones «continúen luchando» por conservar la memoria de la villa.