«Pozo Azul es la cueva más difícil a nivel técnico»

I.L.H.
-

El espeleobuceador británico Jason Mallinson es el mayor experto de estas galerías subterráneas y ha recorrido buena parte de sus entrañas en solitario

Jason Mallinson, espeleobuceador y miembro del Consejo Británico de Rescate de Cuevas. - Foto: Patricia

Lleva acudiendo al Pozo Azul desde hace veintiún años y su experiencia, junto a la colaboración de otros espeleobuceadores de su equipo, ha hecho que a día de hoy se conozcan casi 14 kilómetros de una cueva de la que se desconoce su final. Jason Mallinson es el mayor experto de estas galerías subterráneas y ha recorrido buena parte de sus entrañas en solitario. Este año y ante las complicaciones de la cueva que comparan con el K2 del alpinismo, el espeleobuceador británico ha descartado adentrarse. Lo que no significa que no haya venido a la provincia, donde explora otras cavidades inundadas, como el sistema kárstico de Orbaneja. 

¿Cuál fue la primera noticia que tuvo del Pozo Azul?, ¿cómo se enteró de la existencia de esta cueva?
Fue por un amigo, Rupert Skorupka, que la había visitado después de recorrer también Fuente Azul y me dijo que ese proyecto era para mí porque se necesitaban rebreathers (recicladores de aire) y scooters (propulsores), que yo tenía.

El primer año que acudió fue 2001. ¿Qué pensó entonces del lugar?
Me quedé sorprendido y me gustó mucho por ser una cueva grande y con el agua limpia. Vi que era larga pero pensé que con el material idóneo sería fácil recorrerla. La primera vez exploré la punta (el tope conocido) tres veces en una semana, recorriendo unos 500 metros más que lo explorado por los españoles, cuya punta estaba algo más allá de los 700 metros del primer sifón. 

¿Qué siente cuando está dentro del Pozo Azul?
Desde el principio he sentido que era una cueva hecha para mí. Llegar a la punta la primera vez y continuar fue sencillo al principio. Luego la cosa se complicó y eso fue lo que terminó de engancharme. En 2009 llegamos a Tipperary (una burbuja a casi seis kilómetros de distancia a la que se llega después de completar cinco kilómetros inundados en los que se descienden hasta los 80 metros de profundidad) con Rick, John (compañeros en el rescate de Tailandia) y René Houben en tres viajes. Después hemos seguido explorando la cueva, aunque también ha intervenido otro equipo de otro país que superó nuestra punta, algo que debo decir que no está bien. No es ético interferir en la exploración de otro equipo, aprovechando su trabajo para avanzar. (El otro equipo al que se refiere está previsto que acuda este año).

¿Es por eso por lo que no ha entrado ahora?
Sí, en España hay muchas cuevas con sifones y proyectos más accesibles y fáciles. El Pozo Azul es muy duro, se necesita tiempo y motivación y también mucha concentración. Este año no estaba en condiciones y me faltaban compañeros que pudieran acompañarme. Pero probablemente lo intente en 2023.

Alguna vez han hablado de la confianza que necesitan en este tipo de inmersiones. No se puede espeleobucear con cualquiera...
Así es. Cuando accedo a la punta de cuevas difíciles necesito hacerlo con gente a la que conozco muy bien, que sé cómo reaccionan y lo que piensan con solo una mirada. Te estás jugando la vida y tienen que responder por ti, como tú respondes y confías en ellos.

Hasta Tipperary han llegado menos personas que a la luna. Solo son siete, y ninguno español, quienes han cubierto ese recorrido. Y usted es casi el único que ha llegado a la actual punta, a más de 13 kilómetros de distancia. ¿Pesa la responsabilidad?
No. La verdad es que no hay mucha gente que disponga de los materiales, el tiempo y por supuesto la experiencia en sifones. El Pozo Azul es especial. Probablemente haya menos de 5 personas en el mundo que puedan ir más allá del segundo sifón. Es la cueva más difícil a nivel técnico que me he encontrado.

La última campaña en el Pozo Azul fue en 2019. Intentaban comunicarse desde el interior con el exterior a través de un sistema de texto, el Cave-Link. Pero no se consiguió. ¿Cuál será el siguiente paso?
Tuvimos una pequeña conexión desde Tipperary pero demasiado frágil y vulnerable. Sin esa opción, continuar la exploración es muy complicado porque si te pasa algo no hay manera de que alguien se entere. Estamos buscando una abertura natural a la altura de Tipperary y si no la encontramos, quizá se puede intentar hacerla artificialmente, perforando la roca. Serían unos quince metros. Adentrarse desde ese punto supone evitar cinco kilómetros de sifón y 80 metros de profundidad, lo que permitiría seguir explorando la cueva con menos riesgos.

Este año se ha centrado -junto a Pedro González- en las cuevas de Orbaneja, con unos kilómetros explorados de un sistema kárstico con varias galerías entrelazadas ¿Cuál era el objetivo?
Conectar la cueva Aguanal con Barbancho, cada una en un extremo. Desde Barbancho son siete u ocho kilómetros a la punta, donde llegué con Pedro hace tres años. Pero desde Aguanal son dos y creemos que la conexión está a menos de un kilómetro de distancia. Si conseguimos la conexión habría una travesía de diez kilómetros con más de diez sifones, una travesía muy rara, larga y dura que daría por concluidos quince años de trabajo.

De momento no lo han conseguido.
Está siendo muy duro porque Aguanal es muy pequeña y tiene zonas demasiado estrechas. Y aunque el objetivo está muy cerca, necesitamos más gente y ayuda porque para dos (Pedro y yo) es complicado. Hay un sifón largo, de 270 metros, y el hilo que hace de guía es muy fino y se rompe. Lo que hemos hecho es cambiar el hilo por una cuerda más gruesa y segura y dejarlo así preparado para la próxima vez. 

¿Hay alguna otra en Burgos que esté explorando o quiera explorar?
La Cueva del Agua, en Quincoces, la exploré hace años y quiero seguir.

¿Cuándo comenzó a bucear?
Yo era espeleólogo de cuevas y me daba mucha rabia no poder continuar adentrándome cuando había agua. Así que me hice buceador y comencé a recorrer sifones.Pero poco a poco, acumulando experiencia. Llevo treinta años haciéndolo. 

¿Alguna vez ha sentido miedo?
No, he tenido problemas técnicos en sifones, pero creo que tengo una cabeza bastante fría que me permite concentrarme para buscar la salida. Tener miedo en este entorno es un problema.

Un espeleobuceador no puede sentir claustrofobia, supongo...
Normalmente no tengo. Pero hay cuevas en Inglaterra que son tan estrechas y bajas que casi he llegado a sentirlo.