En un momento de turbulencias geopolíticas por el incierto acercamiento de Estados Unidos y Rusia, la prioridad de la Unión Europa es defenderse. Quedó patente el pasado jueves en la cumbre extraordinaria de Bruselas, que culminó con un acuerdo histórico para multiplicar el gasto en Defensa, además de seguir respaldando a Ucrania, aunque el bloqueo de Hungría volvió a impedir que Kiev lograra mucho más que promesas.
La idea de aumentar exponencialmente la inversión militar de la UE tenía desde hace tiempo grandes defensores en los países que comparten frontera con Rusia -los nórdicos y los socios del este-, y partidarios en varios casos, como Polonia, de elevar el gasto nacional por encima del umbral del 2 por ciento del PIB que exige la OTAN.
Ese debate se precipitó con el drástico cambio de postura de EEUU sobre Ucrania, que llevó a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, a redactar un plan para destinar hasta 800.000 millones de euros al rearme del continente, y a que los líderes superaran reticencias históricas para flexibilizar las reglas comunitarias. Ese proyecto incluye un nuevo instrumento de créditos de 150.000 millones, que se financiaría con emisiones conjuntas de deuda y que la Comisión debe definir de forma más concreta en las próximas dos semanas, antes de otra cumbre prevista para el 20 y 21 de marzo.
El plan recibió una respuesta «muy positiva» por todos los líderes, si bien pidieron a Von der Leyen que recoja otras «opciones» en el Libro Blanco para la Defensa, que desvelará también este mes y que las capitales discutirán sin «tabúes». Algunas de las áreas que los Veintisiete consideran «prioritarias» son la de seguridad aérea y balística, artillería, misiles, munición, drones y sistemas contra drones.
Pese a este acuerdo unánime, la posición sobre la situación en Ucrania y su futuro inmediato se vio truncada por el habitual desmarque de Hungría, afín a la postura de Trump. Así, los Veintiséis firmaron una declaración que marca las líneas rojas para futuras conversaciones de paz, insistiendo en la inclusión de Kiev a la UE y prometiendo ayuda militar a Volodímir Zelenski.
La oposición del premier magiar, Viktor Orbán, y las reticencias de su homólogo eslovaco, Robert Fico, dejaron claro que la respuesta al giro de EEUU no necesariamente surgirá de la UE. De hecho, el Reino Unido parece haberse convertido en un aliado clave de cara a una coalición más allá del bloque en la que también podrían entrar Canadá, Noruega, Islandia y Turquía. En este sentido, el presidente del Consejo, António Costa, llamó ayer a los líderes de dichos países para transmitirles los planes de rearme y para buscar su apoyo hacia Ucrania.