«Está nevando ceniza, hay una capa de toxicidad brutal»

ANGÉLICA GONZÁLEZ / Burgos
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El burgalés Álvar Carretero, afincado en Los Ángeles, cuenta cómo están siendo estos días con la meca del cine acorralada por voraces incendios que no dan tregua

El burgalés, protegido por mascarilla, se hace un selfie optimista bajo el cielo tóxico y naranja de Los Ángeles. - Foto: DB

Desde hace varios días el mundo mira sobrecogido cómo un sinnúmero de fuegos catastróficos está devorando buena parte de la meca del cine y cómo las estrellas más rutilantes de Hollywood ven sus impresionantes mansiones caer como castillos de naipes frente a las llamas que no dan tregua. En el corazón de Los Ángeles, que se incendió el pasado martes, vive Álvar Carretero, burgalés de 35 años que desde hace más de una década se gana allí la vida empujando todo tipo de proyectos audiovisuales de calidad, algunos de los cuales han tenido presencia en la gala del cine por antonomasia, la entrega de los premios Oscar. Se trata, pues, de un testigo de excepción que nada más coger la llamada de este periódico en la madrugada del pasado viernes exclamó «¡Está nevando ceniza y el cielo está de un color que parece un perpetuo atardecer!». Por suerte, tanto él como su familia y amigos están a salvo en una ciudad inmensa en la que algunas cosas han cambiado en estos días.

«La vida en Los Ángeles se ha parado en ciertos aspectos, a pesar de ser un sitio tan, tan grande. La industria del cine se ha paralizado, igual que los rodajes al aire libre y las nominaciones a los Oscar se han retrasado un par de días. La gente está muy asustada pero también es muy solidaria y disciplinada y atiende sin problema las indicaciones de las autoridades, si les dicen que dejen los coches con las llaves puestas lo hacen», describe, a modo de resumen de lo que está viendo. Su casa está en el centro de la ciudad, a medio camino entre dos de los focos más importantes, el de la lujosa urbanización de Palisades y Altadena, una ciudad muy tocada por el fuego, por lo que si bien no ha perdido su vivienda sí que está obligado, como todos sus vecinos, a cerrar las ventanas y a salir lo menos posible y si lo hace, bien protegido del humo porque «hay una toxicidad brutal», según sus palabras.

Frente a esta catástrofe, irónicamente tan hollywoodiense, Carretero cuenta que la ciudadanía se está comportando de un modo ejemplar: «Aquí la gente no espera que le vengan a salvar pero, por otro lado, son muy disciplinados y siguen las indicaciones que les hacen porque, eso sí, el mando está centralizado y todas las órdenes unificadas. Además, se considera que es parte de tu responsabilidad como ciudadano tener un kit de emergencia con documentación, baterías, agua y algunas cosas más y todo el mundo lo cumple».

Destaca, por otro lado, la transparencia de las autoridades con respecto a lo que va ocurriendo y que la alcaldesa, Karen Bass, está compareciendo junto a los técnicos ante los medios cada cuatro horas, a pesar de las críticas que han recogido algunos medios locales porque no suspendió un viaje a Ghana a pesar de las previsiones sobre el fuego.

Cuando arrancó el primer incendio Álvar se encontraba en Beverly Hills en un evento en el que presentaba una película que podría optar a un Oscar. «Vimos un pedazo de columna de humo impresionante y ya nos dimos cuenta de que las cosas se podían poner muy mal y eso que la distancia que teníamos con el fuego era, para que os hagáis una idea, como si estuviéramos en la UBU y todo Gamonal se estuviera quemando. Los académicos que estaban allí se marcharon enseguida, nada más ser avisados». 

Los tremendos incendios de los últimos días son una suerte de estocada mortal a la industria cinematográfica que lleva años lidiando con la pandemia, con la huelga o con el incremento de los precios y, como explica Carretero, «aunque se cree que todo el mundo aquí nada en dinero esos son una minoría, la gente gana bien cuando tiene un proyecto pero sin proyecto Los Ángeles es una ciudad muy jodida».

¿La causa del fuego? Este expatriado recuerda que se ha señalado a los vientos de Santa Ana, extremadamente secos y que caen en picado desde una zona elevada de la atmósfera a otra más baja, que están complicando muchísimo los trabajos para sofocar los incendios. Ya se lo dijo Jack Black a Kate Winslet en The Holiday cuando intentaba mantener con ella una conversación al aire libre pero las ráfagas le impedía abrir los ojos: «Cuenta la leyenda que cuando sopla el viento de Santa Ana puede pasar cualquier cosa».