Sin confeti al finalizar el discurso de los reyes, sin nada de pirotecnia o algún elemento que llamara especialmente la atención y a falta de una imagen conjunta -de esas que se guardan en los archivos- de Melchor, Gaspar y Baltasar saludando desde el balcón. La cabalgata mantuvo las características de otros años, pero le faltó la chispa que podría haber hecho que algo tradicional fuera también memorable. Mucho público, sí, eso no falla (de 35.000 personas hablaron los bomberos); elementos luminosos que dejaron una estela de color en la oscuridad de la noche y la mirada de ensueño de los más pequeños (impagable eso). Para los niños y niñas quizá fue suficiente porque los Reyes estuvieron ahí y se dirigieron a ellos desde el balcón del Teatro Principal. Pero los adultos -¡y qué narices, también los niños que de todo se aprende!- seguramente esperaban algo más.
Cierto que hubo algunas mejoras, como el hecho de que la plataforma instalada junto al Teatro Principal para las personas con movilidad reducida completara su aforo. Y carrozas que por sus luces provocaron voces de admiración entre el público, como El Trineo de Cenicienta o El Tren de los Regalos. Sin olvidar la iluminación incorporada a las carrozas recuperadas de los Sampedros: Manzinguer Z (peña Chamarileros), La Perla Negra (Los Calores), La Molinera (peña Antonio José), y La Bota de la Cenicienta (Jóvenes de Gamonal).
(Más información en la páginas del periódico de este sábado. Y en internet, una galería de fotos a partir de mañana)