Catorce años después de cometer uno de los crímenes más atroces, que llegó a conmocionar a toda España, José Bretón ha confesado por primera vez que fue él el autor de la muerte de sus dos hijos. El escritor Luisgé Martín ha sido el encargado de recoger este testimonio en su obra El odio, de editorial Anagrama, tras unas conversaciones adelantadas ayer por un medio digital.
El asesino de Ruth y José relata, con suma frialdad, que la separación con su exmujer Ruth fue el móvil de aquel macabro homicidio. «Me obsesionaba la idea de que (mis hijos) se educaran al lado de la familia de mi mujer, que a mí me parecía tóxica», comenta Bretón.
«Me imaginaba a mi hija Ruth y a mi hijo José con mi suegra o con mi cuñada, la que había estado detenida en Portugal. Y me ponía enfermo. No podía aceptarlo», esgrime el asesino, que además afirma estar «absolutamente seguro» de que ambos vástagos no sufrieron.
Bretón, durante parte de la conversación, cuenta cómo transcurrieron aquellos momentos del siniestro acto. El homicida declara que, antes de depositar los cuerpos en el fuego para posteriormente quemarlos, disolvió unos medicamentos machacados en agua con azúcar. «No se enteraron de lo que iba a pasar. Confiaron en mí. No hubo miedo ni dolor ni sufrimiento alguno», afirma.
El asesino relata que «no era capaz de pensar en nada» y que su plan era proteger a ambos niños «de un futuro terrible».
Bretón cuenta también que llegó a pensar en que podía librarse de aquel asesinato. Un crimen del que, confiesa, comenzó a darse cuenta de su atrocidad cuando los cuerpos comenzaron a arder.
«Ojalá hubiera podido dar marcha atrás en ese momento. Pero ya no había remedio», comenta el homicida que, añade, solo le faltó «un poco más de suerte» para no ser descubierto y condenado.
«Si no había cuerpos, no podían acusarme de nada. Estuve a punto de conseguirlo», cuenta el propio José Bretón, quien fue condenado en 2013 a 40 años de prisión por aquel despiadado parricidio que cometió el 8 de octubre de 2011, en Córdoba.