Curso tras curso, la historia se repite. Las aulas de Formación Profesional de la rama industrial están llenas de hombres, pero apenas cuentan con una o dos alumnas. Así lo reflejan los datos de matriculaciones en el IES Juan Martín El Empecinado, en Aranda de Duero. En el grado básico de Fabricación y Montaje suman 15 chicos en el primer curso y sólo una chica, mientras que en segundo hay 9 varones y una mujer. En Mantenimiento Electromecánico sucede algo similar: 25 alumnos y únicamente una estudiante en primero; y 16 hombres y ninguna mujer en segundo.
La estampa es calcada en las clases de Electromecánica de vehículos automóviles, con 24 varones y 1 fémina en el primer curso. En segundo, la formación se la llevan 15 chicos en exclusiva. No queda ahí la cosa. En el caso del grado superior de Mecatrónica Industrial, en primero registran 28 hombres matriculados y apenas 2 mujeres, pero es que en segundo sólo hay varones. Concretamente, 24.
La jefa de estudios de FP del IES Juan Martín El Empecinado, Beatriz Romero, lamenta que la tónica general de mujeres matriculadas en los ciclos de la rama industrial «siempre es la misma: una o ninguna». Sólo en los cursos 2019-2020 y 2020-2021 contaron con tres alumnas a la vez en mecatrónica. «Primera y última vez. No se ha vuelto a repetir», precisa.
Por su experiencia docente, no ha habido «ninguna evolución ni en los últimos diez años ni tampoco en los últimos 17», que son los que ella lleva dando clase. Romero añade que le gustaría ser más optimista, «pero constantemente me doy de bruces con la realidad». De hecho, remarca que «si entras a una clase de cualquier grupo de la ESO y preguntas, te darás cuenta de que las tendencias a esa edad ya están muy bien marcadas» y que persisten «estereotipos que aún son muy fuertes y hace falta romperlos». A su juicio, «hay que dar referentes, poner ejemplos a nuestras chicas». Se trata, como sostiene la jefa de estudios de FP del centro arandino, de «sumar gota a gota» e ir haciendo mella. En este sentido, vaticina que «si seguimos así, en 10-15 años recogeremos los frutos, pero no confío en que sea antes porque el camino a recorrer es muy largo». «Muchas salidas». Una de las que ya han dado el paso y han apostado por la FP industrial es Sofía Arranz, quien con 16 años estudia mantenimiento electromecánico en El Empecinado. Cuenta que se ha matriculado porque le gusta «arreglar aparatos» y también «porque tiene muchas salidas», dado el potente carácter industrial de Aranda. En su decisión ha influido que estos estudios «son más prácticos que cualquier otro curso» y destaca que, por ahora, lo que más le llama la atención es la asignatura de innovación, donde aprenden ejemplos de empresas «que van a más y otras que se han arruinado y los motivos».
Al margen de la rama industrial, ellas sí que son mayoría en el grado superior de Laboratorio de Análisis y Control de Calidad, que también se imparte en este instituto de la capital ribereña. En el primer curso estudian 16 mujeres y 6 hombres y en el segundo, otras 9 chicas y tres chicos más.
En la misma línea se pronuncia la directora del CIFP Santa Catalina, Noelia Gútiez, quien tampoco ve un incremento de alumnas matriculadas en la FP industrial respecto a los cursos anteriores. De hecho, detalla que en el grado superior de Mantenimiento Electrónico sólo tienen una estudiante inscrita. En el de Desarrollo de Aplicaciones Multiplataforma, otra. Y dos están matriculadas en el de Sistemas Microinformáticos y Redes. Por contra, en el grado medio de Instalaciones Eléctricas no hay ninguna. «Que no se incremente el número puede ser algo cultural», indica en referencia a que, tradicionalmente, este tipo de puestos los han ocupado hombres. En cualquier caso, Gútiez subraya que «a través de la orientación en el centro y de las ferias de FP tratamos de promocionar los ciclos tanto para hombres como para mujeres». No obstante, reconoce que «queda mucho camino por recorrer» en este sentido.
Mientras, en el Icede no imparten FP del sector industrial. Todos sus ciclos están relacionados con el sector servicios y en la mayoría «hay bastante igualdad de hombres y mujeres», según apuntan desde el equipo directivo, al tiempo que especifican que el grado medio de cuidados auxiliares de enfermería representa la excepción al contar con una amplia mayoría de mujeres. Tanto es así que al primer curso que se imparte por las mañanas asisten 29 alumnas y ningún varón. Y por las tardes suman 24 chicas y 5 chicos.
Sara Rincón. Alumna de laboratorio de análisis: «Este grado tiene muchas salidas en empresas y también en bodegas».
A Sara Rincón le marcó especialmente una asignatura optativa de laboratorio que cursó en cuarto de la ESO. «Vimos un montón de experimentos y me encantó», hasta el punto de que, aunque tenía pensado estudiar el Bachillerato de Artes, cambió por completo de rumbo y se ha decantado por el grado superior de Laboratorio de Análisis y Control de Calidad, igual que su compañera Paula. «Quería algo centrado en este ámbito y en cacharrear», explica, satisfecha con su decisión.
A ello se suman las múltiples salidas profesionales que otorga este ciclo tanto a nivel de laboratorios (por ejemplo, farmacéuticos) como de control de calidad, lo que abarca la industria agroalimentaria y las bodegas. Y esto, precisamente en la Ribera del Duero, puede abrir muchas puertas a los estudiantes de FP ya que para algo «estamos en la ciudad del vino», como subraya Sara. En cualquier caso, primero toca superar los estudios y, para ello, su receta no es otra que «echarle ganas».
Paula Castilla. Estudiante de laboratorio de análisis y control de calidad: «Mucha gente de mi entorno hizo un grado superior y eso también me influyó» .
Paula Castilla terminó Bachillerato en el IES Cardenal Sandoval y Rojas y se decantó por el grado superior de Laboratorio de Análisis y Control de Calidad en El Empecinado. En principio iba a estudiar en Burgos, pero justo el año pasado se implantó este ciclo en Aranda de Duero. Asegura que se matriculó «por probar» y se muestra «muy contenta». Aunque también contempló la carrera de Química, a ella le gusta «más cacharrear que estudiar», por lo que la FP se ajusta más a sus preferencias. Además, «mucha gente de mi entorno había hecho un grado superior y habían conseguido trabajo pronto. Eso también influyó», admite.
De momento, con lo que Paula, de 19 años, ha disfrutado más es con las prácticas de microbiología y biotecnología. A partir de febrero, realizará sus prácticas en una empresa de la capital ribereña, una experiencia que afronta «con muchas ganas».
Sobre el menor atractivo que aparentemente la FP industrial despierta en las chicas, la estudiante arandina apunta diversos factores. Por un lado, que cada uno se decanta por lo que le gusta. Por otro, «la sociedad también influye» y aún hoy siguen vigentes estereotipos y comentarios del tipo «con lo listo que eres, cómo vas a hacer FP». Asimismo, considera que en los institutos encaminan a los alumnos para que cursen Bachillerato, se enfrenten a la EBAU y de ahí den el salto a la universidad. «Nos decían todo el rato eso», recuerda.
Nuria Miguel. Alumna de mecatrónica: «Me gustaría trabajar en Aranda».
Tras cursar el grado medio de Mantenimiento Electromecánico, Nuria Miguel ha emprendido un nuevo reto y se ha matriculado en el superior de Mecatrónica en el IES Juan Martín El Empecinado. A sus 19 años, cuenta que «siempre» le ha gustado este sector. En gran parte, porque su padre monta máquinas y ella le acompañaba al taller desde bien pequeña. Ahora se enfrenta a asignaturas como procesos de fabricación, electricidad o innovación y, de momento, la experiencia está siendo «positiva».
Igual de satisfecha salió de sus prácticas en la fábrica de Michelin, por el ambiente, el aprendizaje y el buen trato que recibió. Nuria tiene claro que estos ciclos de FP «son una buena opción» y no duda en recomendárselos a quienes tengan que elegir próximamente. En este sentido, destaca que «hay salidas» y concluye convencida: "Me gustaría trabajar en Aranda".