Explicar cómo abaratar los costes de los coches de hidrógeno a través de la búsqueda de catalizadores de materiales más eficientes y menos costosos no es una empresa sencilla para nadie. Excepto para Carmen Martínez. Esta científica burgalesa no tardaría más de tres minutos en exponerlo. De hecho, ya lo hizo el pasado verano durante el concurso Falling Walls Spain Lab, en el que se alzó con el premio del público al presentar su tesis en este tiempo tan reducido. Meses más tarde, y con la misma capacidad comunicadora, hizo lo propio (aunque se tomó algo más de tiempo) para doctorarse. Lo cierto es que su vida ha dado un giro de 180 grados este 2024 y afronta el año entrante con la ilusión de seguir innovando y estudiando.
Ya no es que su tesis le valiese un doctorado. Es que lo hizo con honores: cum laude y mención internacional. Lejos de caer en la autocomplacencia, su cabeza comenzó a pensar nuevos retos. Sus años de investigación, que le han llevado a formar parte de las universidades más prestigiosas del mundo, tenían que servir para algo. Y qué mejor lugar que Burgos para aplicar su aprendizaje. «Contacté con H2CyL, la Asociación Castellanoleonesa del Hidrógeno, y a los dos días me incorporé. Ahora soy técnica de proyectos y somos el punto de unión de esta materia en toda la Comunidad. Digamos que ahora toca ver esa parte económica e industrial del proceso», comenta Martínez.
Su premio en el concurso Falling Walls no fue un éxito más en su espectacular carrera científica. Reconoce que le ha servido a nivel de divulgación para dar a conocer al gran público el hidrógeno. De hecho, es uno de los pilares más importantes de su nuevo reto profesional. «Hemos ido a colegios, por ejemplo, para enseñar a los estudiantes de 14 años cómo funciona un vehículo de hidrógeno. Acercar todo este mundo a la gente, algo que parecer tan futurista, me gusta mucho», apostilla.
Después de diez años fuera he vuelto a vivir aquí y siento que estoy en casa. Además, se hace una ciencia muy buena»
Pero además de buena comunicadora y científica, Carmen Martínez se ha desvelado como una magnífica embajadora de su ciudad. Porque además de aplicar todas sus investigaciones, también tenía en mente el objetivo de volver a Burgos a hacer carrera. «Pensaba que me iba a costar más volver después de irme con 19 años y vivir en Estados Unidos o Madrid durante tanto tiempo. Pero ha sido todo lo contrario. Me siento como en casa y encima me he dado cuenta de que se hace una ciencia muy buena», asegura.
Es más, ahora que se habla tanto del papel que va a jugar Burgos en el hidrógeno, Martínez lanza un vaticinio alentador. «Nos vamos a reinventar y vamos a ser importantes de una forma u otra».