Ha declarado ante la jueza, se ha ratificado en los términos que denunció en agosto y ha ampliado sensiblemente la información que aportó entonces en sede policial. La joven que fue sometida a 13 exorcismos, posteriormente reconocidos por la Diócesis de Burgos, prestó una larga y detallada descripción de los hechos esta semana ante el Juzgado de Instrucción 2 de Burgos, que abrió diligencias previas en verano por la posible existencia de los delitos de «violencia de género, lesiones y maltrato familiar».
Según ha podido conocer este periódico, relató cómo las sesiones comenzaron cuando ella tenía 15 años, reafirmando que existió un exorcismo en la provincia de Madrid previo al intento de suicidio que protagonizó después, y que derivó, junto al agravamiento de algunas patologías psiquiátricas, fundamentalmente anorexia y ataques de ansiedad, en una nueva ronda de sesiones del rito que le fueron practicadas en Valladolid en contra de su voluntad, según ha ratificado en sede judicial.
Es más, en base a su testimonio, en el caso del exorcismo en la provincia madrileña la niña fue forzada a someterse al rito y le causaron daño físico, describiendo también que su pecho fue descubierto y que el cura allí presente le metió la lengua en la boca, todo en presencia de sus padres.
Entre las sorprendentes revelaciones que hizo ante la magistrada, el abogado que ejerce la acusación popular en nombre de seis de sus tíos y el abogado defensor de sus padres y la Fiscalía, destacó que su único hermano también había sido objeto de exorcismos y que ella los había presenciado, ampliando que ocurrieron en la provincia de Madrid, en el mismo escenario donde se practicó, después, el primero de los suyos, a manos del mismo sacerdote. También asegura que, al igual que le sucedería después a ella, su hermano fue igualmente puesto en tratamiento psiquiátrico. Estos hechos se han localizado siempre en la localidad de Guadalix.
En el caso de los acontecidos en Valladolid, se ratificó en que fueron todos oficiados en el convento de San Joaquín y Santa Ana y dirigidos, en este caso (no en el de Madrid), por el exorcista de la Diócesis vecina, Jesús Hernández Sahagún, estando presentes varios ayudantes del sacerdote, sus padres y, el menos en alguna de las ocasiones, rondando el Convento la citada profesora de religión que, al parecer, también actuaba como ‘consejera’ de sus padres junto a un seminarista cuyo concurso en los hechos es constante en las denuncias y testificales que ha habido hasta la fecha.
En el transcurso de los exorcismos señaló que sufrió daños físicos constantes, haciendo hincapié en que, tras su intento autolítico, se encontraba recién operada de la espalda y sufrió especialmente la inmovilización a la que fue sometida y la presión de los enseres y crucifijos utilizados.
Ambiente hostil. Como hiciera ante la Policía, la muchacha describió un ambiente extremadamente condicionado por las creencias religiosas de los padres, hasta el punto de contar que estuvo todo un verano ‘condenada’ a no salir de casa porque se negaba a rezar y que era gravemente insultada con frecuencia.
Debido a esa situación, a la que se sumaba que se encontraba bajo tratamiento psiquiátrico (del que aseguró que el exorcista pucelano le pidió que abandonara, cosa que al parecer no hizo) y a una degradación del ambiente familiar, contó que trató de dar aviso a la Policía y a los servicios de emergencias en varias ocasiones, y que incluso alguna vez llegó a contactar con el 112, viendo abortado el intento por parte de sus padres.
No fue hasta que describió a sus tíos maternos lo que había sucedido a lo largo de los dos últimos años cuando, a recomendación de estos, procedió a denunciar los hechos que han provocado la apertura de la investigación judicial. Todavía era menor de edad. Esta declaración era angular para que la magistrada pueda ahora determinar qué diligencias instruir y a quién debe y a quién no imputar para que presten su versión de unos hechos cuya verdadera dimensión todavía se desconoce.