No pensaba hablar de esto por aquí, pero no me resisto. Hace unos días compré algo que hizo que mi yo infantil resurgiera con una fuerza inusitada. Y, como jamás lo adivinarían, les diré que los objetos en cuestión fueron seis juegos completos de platos y sus correspondientes vasos, réplicas exactas de la mítica vajilla que tenían mis padres (y los suyos, o hasta ustedes mismos) de Duralex, de cristal de color ámbar. Jamás pensé que, tantos años después de pasar largas tardes frente a alguno de estos platos (en su versión original) por mi obstinada negativa a comerme las judías verdes que me había preparado mi madre, iba a ser tan placentero el tener delante semejantes iconos de mi infancia.
Y claro, todo esto me da que pensar, porque soy parte de una generación (los nacidos entre los setenta y los ochenta), muy impresionable y dada a la lágrima fácil con cosas que nos retrotraigan a aquellos años, en los que, sin duda, todo era mejor. Y si no lo era, nos lo parecía, porque éramos niños. Y como con un poco de azúcar, esa píldora que os dan pasará mucho mejor, así estamos, flipando con cada píldora nostálgica que nos ponen por delante. Y yo el primero, no me escondo.
A veces, cuando me da por pensar en estas cosas, me fijo en que los de mi época somos tan susceptibles a este movimiento revival de nuestra infancia, entre otras cosas, porque somos la última generación con un trasfondo de recuerdo común al haber sido criados por tan solo una o dos cadenas de televisión que emitían las pelis y series más míticas, apenas otras dos o tres cadenas de radio que ponían los grandes éxitos más punteros, y en el cole nos mandaban leer los mismos libros infantiles y juveniles de norte a sur, creando a día de hoy una suerte de mente colmena que se estremece con cada pequeña caricia de nostalgia juvenil que cualquiera nos hace.
Y claro, así no hay quién se resista. Un día es una secuela de una peli de esas que nos marcaron, otro día la reedición de una consola de videojuegos mítica y el remate es que te ofrezcan la posibilidad de comer en los platos en los que descubriste los manjares de esta vida, y también los que no te gustaban tanto. Atrápame, nostalgia, que yo me dejo llevar.
@VladimirConV