El olvido amenaza a tres símbolos

Ó.C. / Burgos
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Los restos de la antigua papelera de Miranda están sin protección. Las expertas recuerdan la importancia que conservan como muestra del peso industrial que un día tuvo la ciudad

El olvido amenaza a tres símbolos - Foto: Ó.C.

La chimenea de Fefasa no volverá a echar humo. Hace años que la ciudad se olvidó de esa estampa, pero el símbolo sigue en pie. También hay otros colosos de la antigua papelera que se mantienen pese a que nadie los mira, como el antiguo almacén de paja o el edificio de los filtros, que luego fue de captación y depuración de aguas. Solo unos pocos alzan la voz para recordar su importancia para Miranda, como un vestigio de su peso industrial en el siglo pasado. Aún así, no cuentan con protección lo que les deja a merced de intereses de todo tipo. El Ayuntamiento aprobó en 2021 un moción presentada por IU en la que el Consistorio se comprometió a luchar porque estos restos se convirtieran en Bien de Interés Cultural (BIC). Pero por ahora poco se ha avanzado en este camino.

En el Colegio de Arquitectos de Burgos no tienen dudas a la hora de señalar a una persona para hablar sobre estos restos. Se trata de Cristina Barrón, quien lleva años explicando la importancia de lo que se conserva deFefasa. Fue comisaria de una exposición sobre estos tres edificios y participó en la elaboración de las fichas de la Fundación Docomomo para ensalzar su valor y apremiar a las administraciones, «pero a día de hoy no cuentan con protección a nivel urbanístico en Miranda», resume.

Al margen de su interés técnico, los edificios poseen un «legado histórico y cultural, pero además forman parte de la identidad propia de Miranda». Por este y otros motivos no duda de la necesidad de protegerlos, ya que la ciudad elimina poco a poco los recuerdos del «patrimonio reciente, que sirve para contar nuestra historia de los últimos 100 o 200 años», matiza.

Más allá de estos puntos fuertes, Barrón ensalza «los sistemas constructivos casi pioneros para el momento en el que se hicieron». Así lo ven también en la Fundación Docomomo, donde su directora Susana Landrove va más allá del interés local. Su organización repasa la geografía nacional en busca de esos edificios del siglo XX que merecen ser conservados. Ahí están los de Fefasa que consideran «que tienen una mayor relevancia».

Landrove repara que «no tenemos ningún poder para proteger nada», pero sí que hacen el trabajo a las administraciones para que sumen estas joyas a su catálogo. Solo hay que dar el paso y a veces cuesta, pero percibe que la sensibilidad crece, «desde que empezamos en 1993». La directora recuerda que su estudio no tiene que implicar que «el edificio se quede como está». En este punto, habla de la necesidad de incluir estos restos como BIC, «lo que ata más», o «darles una protección municipal que puede ser interesante para darles una nueva vida», afirma. Barrón reflexiona sobre qué camino elegir para su protección, «porque si podemos darles otro uso es más sencillo alargar su vida», algo más difícil si se catalogan como BIC «porque ahí la administración debería tener un compromiso para mantenerlos».